La Niña de Buenos Modales



En un pequeño pueblo, vivía una niña llamada Clara. Era conocida por su amabilidad y sus excelentes modales. Siempre decía 'por favor' y 'gracias', y ayudaba a los demás sin dudarlo. Un día, mientras caminaba por el parque, se encontró con un grupo de niños jugando.

"¡Hola! ¿Puedo jugar con ustedes?" - preguntó Clara, sonriendo.

Los niños, que estaban muy concentrados en su juego, no le prestaron atención. Uno de ellos, Martín, la miró con desdén.

"No, no queremos que te unas. Solo somos amigos aquí" - respondió Martín, encogiendo los hombros.

Clara sintió un pequeño golpe en su corazón, pero decidió no rendirse. "Voy a mostrarles que los buenos modales pueden ser divertidos", pensó.

Al día siguiente, Clara llevó unas golosinas al parque. Cuando llegó, se encontró de nuevo con el mismo grupo de niños.

"Hola, chicos. Traje caramelos. Si me dejan jugar, les compartiré" - dijo Clara, agitando la bolsa de dulces.

Los niños, atraídos por la idea de los caramelos, se acercaron.

"Está bien, vení a jugar entonces" - dijo Luisa, emocionada.

Mientras jugaban, Clara hizo su magia. Cada vez que anotaba un punto o pasaba la pelota, decía:

"Gracias por jugar conmigo. Está siendo muy divertido".

Al principio, los demás estaban confundidos. Pero pronto, comenzaron a imitarla.

"¡Gracias por pasarme la pelota, Clara!" - gritó Martín, sorprendido por lo bien que se sentía al ser amable.

Los niños se dieron cuenta de que jugar y ser educados al mismo tiempo era más divertido. La tarde pasó volando y pronto se despidieron, prometiendo volver al día siguiente.

Sin embargo, al tercer día, Clara notó que Martín parecía molesto. Se acercó a él y le preguntó:

"¿Qué te pasa, Martín? ¿Estás bien?"

"No sé... a veces me siento solo. Ayer no me dejaron jugar en el equipo de fútbol" - confesó Martín, con la cabeza baja.

Clara, comprendiendo la situación, decidió actuar.

"¿Te gustaría unirte a nuestro equipo? Estaremos felices de tenerte. Podemos jugar juntos y ayudarnos" - ofreció Clara, con una gran sonrisa.

Martín levantó la mirada, sorprendido.

"¿De verdad?" - preguntó, como si no pudiera creer que lo invitaran.

"Claro, aquí todos somos amigos. Y mientras tengamos buenos modales, ¡seremos un gran equipo!" - afirmó Clara.

Desde ese día, cambiaron la forma de jugar. Incluyeron a todos y siempre decían palabras amables. Martín recordó lo bien que se sentía cuando lo invitaban a jugar.

Cuando Clara se despidió de sus amigos al final del día, se sintió satisfecha.

"Hoy fue un gran día. Gracias por jugar, chicos. ¡Nos vemos mañana!" - despidió Clara.

"¡Hasta mañana, Clara!" - gritaron todos, incluyendo a Martín, quien ahora sonreía felizmente.

Y así, Clara aprendió que los buenos modales no solo ayudan a que los demás se sientan bien, sino que también pueden unir a las personas y crear amistades duraderas. Desde entonces, el parque siempre estaba lleno de risas y buenos modales, gracias a una niña que creía en el poder de la amabilidad.

FIN.

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