La niña de la flor



Había una vez, en un pequeño pueblo, una señora llamada Margarita que vivía sola en una casa rodeada de un hermoso jardín. Este jardín era su tesoro, lleno de flores de todos los colores que ella cuidaba con mucho amor. Sin embargo, un día, Margarita se sintió triste y comenzó a llorar, sintiendo que la soledad la envolvía.

Más tarde, salió al jardín buscando consuelo entre las flores. Mientras paseaba, algo brillante llamó su atención. Al acercarse, se sorprendió al encontrar a una niña diminuta en el interior de una enorme flor de girasol. La niña era tan linda como una estrella y tenía unos ojos chispeantes llenos de alegría.

"¡Hola! ¿Quién sos?" - preguntó Margarita con asombro.

"Me llamo Lila y soy la guardiana de las flores. A veces, salgo a jugar y me escondo en las flores magníficas como esta" - respondió la niña con una sonrisa radiante.

Margarita, sorprendida pero llena de curiosidad, le preguntó: "¿Por qué estás aquí en mi jardín?"

Lila aclaró: "He sentido tu tristeza y he venido para hacerte compañía. Las flores son felices cuando tú estás feliz, y yo quiero jugar contigo y enseñarte mi mundo mágico."

Desde ese día, tanto Margarita como Lila comenzaron a compartir sus días juntos. Lila le mostraba a Margarita cómo las flores podían bailar al ritmo del viento y cómo cuidarlas traía alegría. Margarita reía mientras Lila volaba entre las flores, llenando el jardín con su energía y risas.

Un día, mientras jugaban, Lila le explicó un secreto importante.

"Margarita, hay un problema en los jardines de otros pueblos. Algunas flores están marchitándose porque no reciben el amor que necesitan. Debemos ayudarles."

Margarita se sintió conmovida. "¿Cómo podemos hacerlo?"

Lila le dijo: "Vamos a hacer una fiesta de flores. Invitemos a todos los niños del pueblo para que vengan a aprender sobre cuidar las plantas. Así, también podrán ver la magia de las flores."

Entusiasmadas, comenzaron a organizar la fiesta, decorando con flores y haciendo carteles para invitar a todos. El día de la fiesta, el jardín de Margarita se llenó de colores, risas y gritos de alegría. Los niños aprendieron cómo plantar semillas, regar las flores y darle amor a la naturaleza.

"¡Miren esta flor!" - exclamó un niño al ver el girasol donde Lila solía jugar. "¡Es gigante!"

A medida que pasaba el día, Margarita observó cómo las flores se volvían más vibrantes y felices con cada risa que resonaba en el jardín. Todos estaban encantados y, lo más importante, habían aprendido la importancia de cuidar de la naturaleza.

Con el tiempo, la tristeza de Margarita se fue desvaneciendo, y se dio cuenta de que nunca más estaría sola. Lila había traído no solo magia a su vida, sino también amigos de todas partes que compartían el amor por las flores.

Al final del día, mientras sol se ocultaba, Lila miró a Margarita y le dijo:

"Gracias por abrir tu corazón y tu hogar. Juntas hemos hecho algo hermoso."

Margarita sonrió. "Yo debería agradecerte a vos, Lila. Me enseñaste que la soledad se puede disolver con amor y amistad."

Desde ese día, Margarita y Lila continuaron cuidando del jardín y organizando fiestas donde todos aprendían a amar y respetar la naturaleza. Las flores prosperaban, al igual que la amistad entre la señora del jardín y la niña de la flor. Y así, vivieron juntas, llenas de risas, cariño y magia, creando un mundo siempre floreciente.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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