La niña de la melena roja



Había una vez en un pequeño pueblo una niña llamada Luna que tenía una gran melena roja y crespa. A Luna le encantaba su cabello, aunque sabía que le costaba mucho peinarlo. A ella no le molestaba que su mamá se pasara horas lavándolo y desenredándolo, porque siempre le contaba historias mágicas mientras lo hacía.

Una tarde, mientras su mamá le peinaba el cabello, Luna le dijo:

"Mami, ¿te acordás de la historia de la princesa que tenía el cabello de oro?"

"Sí, mi amor. Aunque tu paisaje de cabellos rojos y crespos es más hermoso, tené confianza en que todos los cabellos son mágicos".

Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Luna escuchó rumores de que una bruja había llegado al pueblo. Los chicos comentaban aterrados:

"Dicen que tiene el poder de convertir a las personas en lo que ella quiere".

Luna, sin embargo, no les prestó mucha atención. Ella pensaba que, ya que era roja y crespa, tenía cierta magia por sí misma.

Al día siguiente, la curiosidad de Luna la llevó a buscar a la bruja. Encontró una pequeña cabaña en el bosque, cubierta de enredaderas.

"¡Hola! ¿Hay alguien en casa?" gritó Luna.

"¡Sí! ¡Soy yo, la bruja!" respondió una voz amarga. La puerta se abrió y una anciana apareció con una mirada de sorpresa.

"¿Qué quieres, pequeña?"

Luna, temblando de pies a cabeza, respondió:

"Escuché que podías convertir a la gente en lo que quisieras. Quiero saber si eso es cierto".

La bruja sonrió con picardía y dijo:

"Solo si estás dispuesta a hacer un trato. ¿Qué estás dispuesta a darme?"

Luna pensó y dijo:

"Te ofrezco mi melena roja si me haces más valiente".

La bruja se rió y le dijo:

"No necesitas cambiar tu cabello para ser valiente. La verdadera valentía viene de adentro. Pero si insistes, podrás hacer un pequeño truco".

Luna, intrigada, aceptó el trato.

La bruja mutó una de las hebras de pelo de Luna, convirtiéndola en un brillante hilo dorado. La hechicera dijo:

"Hoy probarás la valentía y la magia del hilo dorado en el festival de otoño. Aquí está tu oportunidad".

Cuando llegó el día del festival, Luna miraba hacia la multitud. Todos estaban emocionados, y ella se sentía nerviosa. Entonces recordó las palabras de la bruja. Rápidamente, tomó su hebra dorada y la levantó al aire.

"¡Este es el hilo de la valentía!" gritó Luna. Y, para su sorpresa, todos los chicos comenzaron a aplaudir y reír. Su valentía no vino del hilo, sino de atreverse a mostrarse y hablar con confianza.

"¡Bravo! ¡Luna, sos una genia!" gritaron sus amigos. En ese momento, Luna se dio cuenta de que su magia no era el hilo dorado, sino su autenticidad y su melena roja.

De regreso a casa, decidió visitar a la bruja una vez más.

"Gracias por ayudarme, pero no necesito el hilo. Prefiero mi cabello rojo y crespo. Hautra vez".

La bruja sonrió con ternura y le respondió:

"Finalmente lo entendiste, Luna. La belleza de cada uno está en ser fiel a uno mismo. Tu melena roja es su mayor fortaleza".

Luna regresó feliz al pueblo, viéndose al espejo en casa.

"Soy única, y no necesito cambiar nada de mí".

Desde ese día, Luna se sintió más segura que nunca. Comenzó a ayudar a otros niños a aceptar su aspecto y a disfrutar de sus diferencias, convirtiéndose en la mejor amiga de todos en el pueblo. Así, la niña de la melena roja no solo se permitió ser ella misma, sino que también inspiró a los demás a hacer lo mismo. Y todo gracias a su magia interior, que había tenido en su pecho desde el principio.

FIN.

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