La Niña de la Sonrisa Mágica



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, una niña llamada Clara. Clara tenía una peculiaridad: su rostro, con una nariz ligeramente puntiaguda y unas mejillas algo hundidas, la hacía parecerse a una bruja. Pero Clara no se sentía bruja; de hecho, era la más dulce de las niñas. Siempre estaba dispuesta a ayudar a sus amigos y a cuidar de los animales del pueblo.

Sin embargo, los otros niños, al ver su apariencia, a menudo la ignoraban y la llamaban "la niña de la cara de bruja". A pesar de esto, Clara nunca se desanimó.

Un día, mientras Clara paseaba por el bosque, escuchó un suave llanto. Se acercó y encontró a un pequeño pájaro que había caído de su nido.

"¡Oh, pobre pajarito! No te preocupes, yo te ayudaré", dijo Clara con una sonrisa.

Con mucho cuidado, Clara recogió al pájaro y comenzó a buscar su nido. Después de un buen rato, encontró el árbol y subió con destreza. Al llegar arriba, pudo devolver al pajarito a su hogar. Al caer la tarde, Clara volvió al pueblo feliz por su buena acción, pero aún sentía la soledad que traían las burlas de los otros niños.

Al día siguiente, el cielo estaba nublado y se escuchó un gran estruendo. Un viento fuerte enrojecía la cara de la gente y empezaba a caer una lluvia torrencial. Todo el pueblo se preocupó, porque el río que pasaba por Villa Alegre estaba creciendo rápidamente. Todos temían que la tormenta inundara sus casas.

"Debemos construir un dique para proteger nuestro hogar", propuso Lucho, el más fuerte del grupo.

"Pero necesitamos a todos. Si no trabajamos juntos, no vamos a lograrlo", añadió Clara, quien escuchaba desde un costado.

El grupo de niños simplemente la miró con desdén y Lucho dijo:

"¿Y por qué se preocuparían por la opinión de una niña con cara de bruja?".

Clara, herida pero decidida, decidió que si no la querían escuchar, ella actuaría sola. Reunió ramas, piedras y todo lo que podía encontrar. Trabajó durante horas, mientras el viento aullaba y la lluvia arreciaba.

Mientras tanto, los otros niños comenzaron a ver cómo la situación empeoraba. Unos minutos después, Lucho se acercó a Clara y, apenado, le dijo:

"Clara, ven, necesitamos tu ayuda. Lo que estás haciendo es genial, pero no podemos hacerlo solos".

Clara, sorprendida por el llamado, sonrió y aceptó ayudar. Juntos, idearon un plan para construir un dique de tierra y madera. Más niños se unieron y pronto todo el pueblo estaba trabajando codo a codo. La unión de todos hizo que el trabajo avanzara rápidamente.

Cuando acabaron el dique, la lluvia aún caía, pero el nivel del agua en el río comenzó a estabilizarse. Todos comenzaron a celebrar y aplaudir, pero Lucho buscó a Clara.

"Disculpame, Clara. Tuviste razón, necesitamos de todos y creo que te subestimé. No importa cómo luzcas, lo que importa es lo que llevas dentro".

Clara, emocionada, respondió:

"Gracias, Lucho. A veces las apariencias engañan. Todos podemos hacer algo mágico cuando trabajamos juntos".

Desde ese día, los niños del pueblo comprendieron que la verdadera belleza no está en cómo se ve uno, sino en cómo trata a los demás. Clara se convirtió en una gran amiga para todos, y su sonrisa mágica iluminó a Villa Alegre, demostrando que cada uno es especial a su manera, sin importar su apariencia. Y así, el pueblo aprendió que ser diferente a veces tiene su propia magia.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!