La Niña de las Flores y el Hechicero Malvado
En un pequeño pueblito de Argentina vivía Niña Canasta Flores, una niña curiosa y alegre que siempre llevaba consigo una canasta llena de flores.
Era su pasatiempo favorito reagarrar flores silvestres por los campos y regalarlas a todos en el pueblo. Un día, mientras caminaba por el bosque, Niña Canasta se encontró con una mariposa herida. Sin dudarlo, la cuidó con cariño y paciencia hasta que finalmente pudo volar nuevamente.
La mariposa, agradecida, le dijo: "Niña Canasta Flores, tu corazón bondadoso te traerá mucha alegría". A partir de ese día, algo mágico comenzó a suceder en el pueblo.
Las personas que recibían las flores de Niña Canasta sentían una paz interior y sus rostros se iluminaban de felicidad. La noticia sobre la niña de las flores se extendió rápidamente por toda la región. Un día, la mamá de Niña Canasta le dijo: "Hija mía, tu generosidad ha tocado los corazones de todos en el pueblo.
Eres un verdadero tesoro para nuestra comunidad". Niña Canasta sonrió feliz y continuó repartiendo amor a través de sus flores.
Pero un malvado hechicero que vivía en lo profundo del bosque sintió celos del amor y la alegría que Niña Canasta estaba sembrando en el pueblo. Decidió tenderle una trampa para acabar con su bondad. Una tarde, mientras Niña Canasta recogía flores cerca del lago, el hechicero apareció frente a ella con una apariencia amenazante.
"¡Niña tonta! ¡Tu ridícula canasta no puede competir con mi poder!" gritó mientras lanzaba un conjuro oscuro sobre ella. Niña Canasta cayó al suelo sin fuerzas y vio cómo sus flores se marchitaban rápidamente.
El hechicero se burlaba cruelmente cuando, de repente, las personas del pueblo llegaron corriendo al lugar. Al ver a su amada niña indefensa, decidieron actuar juntos para salvarla. "¡No permitiremos que tu maldad triunfe!" exclamaron al unísono.
Con valentía y trabajo en equipo lograron romper el hechizo del malvado hechicero y devolverle a Niña Canasta sus fuerzas y sus preciosas flores. El hechicero fue desterrado del bosque para siempre.
Desde ese día, Niña Canasta Flores comprendió aún más el valor del amor compartido y la importancia de estar rodeada de personas buenas que la apoyaban incondicionalmente.
Y así siguió llenando cada rincón del pueblo con su luz y coloridas flores; porque cuando hay amor en el corazón no hay mal que pueda opacarlo.
FIN.