La niña de las mariposas
Había una vez en un pequeño pueblo, una niña de cabello negro azabache llamada Clara. Desde que tenía memoria, le encantaban las mariposas. Pasaba horas en el jardín de su abuela, observando cómo danzaban de flor en flor. Su abuela le decía: "Clara, las mariposas son mágicas. Son símbolo de transformación y libertad."
"Sí, abuela, ¡son tan hermosas!"
Clara soñaba con tener su propia mariposa, pero lo que más deseaba era entender cómo eran capaces de volar tan alto.
Un día, mientras Clara paseaba por el bosque, tropezó con una mariposa atrapada en una telaraña.
"¡Pobrecita!" exclamó Clara, preocupada.
Liberó a la mariposa con mucho cuidado.
"Gracias, amable niña," dijo la mariposa con una vocecita.
Clara no podía creer lo que estaba escuchando.
"¿Pudiste hablar?"
"Sí, y quiero agradecerte. Te llevaré a un lugar mágico donde las mariposas son libres y felices."
Clara sonrió entusiasmada y siguió a la mariposa que la guió a un prado escondido, lleno de flores de todos los colores y mariposas volando por doquier.
"Esto es asombroso," dijo Clara.
"Aquí todas las mariposas vienen a aprender a volar mejor y a ser libres. Ven, te quiero mostrar algo especial."
La mariposa guió a Clara hacia un centro donde había mariposas que hacían acrobacias en el aire. Clara las observó con admiración, pero de repente una mariposa muy pequeña se quedó atrapada entre dos ramas. Sin dudar, Clara se acercó.
"No temas, pequeña. Te ayudaré," le dijo.
Con suavidad, liberó a la mariposa.
"¡Gracias! Estaba tan asustada. Soy una mariposa nueva y aún estoy aprendiendo a volar," explicó la mariposa.
Clara sonrió.
"A veces, todos necesitamos un poco de ayuda. ¿Sabés? Yo también he tenido miedo de volar alto. En la escuela, a veces me da miedo participar en clase, como si estuviera atrapada en esa telaraña."
La mariposa la miró con ternura.
"Es normal tener miedo, Clara. Pero recuerda, los grandes voladores también comenzaron siendo pequeños. Practica y encontrarás tu confianza. ¿Por qué no participas en nuestro juego de volar alto?"
La niña no podía resistirse a la idea de volar, aunque no era por sí misma.
"¿Qué tengo que hacer?"
"Sólo síguenos, mira cómo volamos y únete a nosotras. ¡Diviértete!"
Con esa invitación, Clara empezó a reír y a intentar imitar a las mariposas. Se lanzó hacia adelante, girando y riendo. Cada vez que intentaba, se sentía más segura. Mientras giraba, recordó las palabras de su abuela sobre la transformación y lo importante de mantenerse libre.
Al final, se elevó con alegría por encima de un pequeño montículo.
"¡Lo logré!" gritó Clara, llena de felicidad. Las mariposas aplaudieron con sus delicados aleteos.
"Sí, lo hiciste, Clara. Ahora sabes lo que se siente al volar con confianza. Así que, ¡no temas!"
Luego de pasar el día en el prado mágico, Clara regresó a casa, llena de alegría y nuevas lecciones. Al día siguiente, con más confianza, se presentó en clase y levantó la mano para participar.
"¡Yo quiero contar sobre las mariposas!"
Y así fue como Clara comenzó a compartir sus sueños, sus historias, y, sobre todo, a ayudar a sus compañeritos a encontrar sus propias alas para volar.
Cada vez que veía una mariposa, sonreía, sabiendo que dentro de ella había una pequeña chispa de magia y libertad.
FIN.