La niña de los colores
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada María Violeta. María era una niña muy especial, siempre llena de energía y con muchas ganas de hablar y correr por todos lados.
Pero a pesar de su alegría, le costaba mucho hacer amigos debido a que tenía TDAH. María Violeta se sentía triste porque veía cómo los demás niños jugaban juntos mientras ella se quedaba sola.
Un día, decidió que no podía seguir así y decidió salir en busca de nuevos amigos dispuestos a aceptarla tal como era. Caminando por el parque del pueblo, María Violeta vio a un grupo de niños jugando al fútbol.
Decidió acercarse y preguntar si podía unirse a ellos. Al principio los niños la miraron extrañados, pero uno de ellos llamado Mateo dijo: "¡Claro que sí! Todos somos diferentes y eso nos hace únicos".
María Violeta se sintió feliz al escuchar esas palabras y rápidamente se sumó al partido. Aunque no era la mejor jugadora, los niños la animaban y celebraban cada vez que tocaba el balón. Después del juego, Mateo invitó a María Violeta a conocer al resto de sus amigos.
Uno por uno fueron presentándose: Sofía era fanática del arte y siempre llevaba consigo un cuaderno para dibujar; Juanito amaba las ciencias naturales y coleccionaba insectos; Valentina disfrutaba leer libros sobre diferentes culturas del mundo.
A medida que María Violeta conocía más a sus nuevos amigos, descubrió lo maravilloso que era tener personas con intereses diversos en su vida. Cada uno de ellos aportaba algo único a su amistad y ella los quería y respetaba por completo.
Un día, mientras jugaban en el parque, María Violeta notó que había una niña nueva sentada en un banco, mirando triste hacia el suelo. Se acercó y le preguntó si quería unirse a ellos.
La niña se llamaba Luciana y también tenía dificultades para hacer amigos debido a su timidez. María Violeta recordó cómo se había sentido ella misma cuando nadie la aceptaba al principio, así que decidió ayudar a Luciana a superar sus miedos.
Junto con sus amigos, organizaron actividades divertidas donde todos podían participar sin importar sus diferencias. Con el tiempo, María Violeta y Luciana se convirtieron en mejores amigas. Aprendieron juntas sobre la diversidad de género y cómo cada persona es especial de una manera única.
Comprendieron que no importa si eres diferente o si tienes dificultades, lo importante es ser uno mismo y aceptarse tal como somos. Y así fue como María Violeta encontró la verdadera amistad entre personas diversas.
Juntos aprendieron sobre la importancia del respeto mutuo y cómo las diferencias pueden enriquecer nuestras vidas. Desde aquel día, María Violeta nunca volvió a sentirse sola porque sabía que siempre habría alguien dispuesto a aceptarla sin importar sus peculiaridades.
Y cada vez que alguien nuevo llegaba al pueblo, ella estaba allí para darles la bienvenida con los brazos abiertos. Fin
FIN.