La niña de los lentes y el fútbol


Había una vez una niña llamada Martna, quien era conocida por ser muy obediente. Siempre hacía lo que le decían sus padres y nunca se metía en problemas.

Martna tenía unos lentes grandes y redondos que usaba todo el tiempo, ya que sin ellos no podía ver claramente. A pesar de su apariencia delicada, Martna tenía un gran amor por el fútbol. Le encantaba ver los partidos por televisión y soñaba con poder jugar algún día.

Sin embargo, sus padres pensaban que el fútbol no era para niñas y siempre le decían: "Martna, eso es cosa de chicos".

Un día, mientras caminaba hacia la escuela con su mochila llena de libros, Martna vio a un grupo de niños jugando al fútbol en el parque. No pudo resistirse y se acercó para observar el juego desde lejos. Estaba tan emocionada que se quitó los lentes para poder ver mejor.

"¡Qué golazo!"- exclamó Martna mientras veía cómo uno de los niños anotaba un increíble gol desde lejos. Los niños notaron la emoción de Martna y se acercaron a ella. "¿Te gusta el fútbol?"- preguntó uno de los niños curioso. Martna asintió tímidamente. "Sí...

me encanta". Los niños sonrieron y decidieron invitarla a jugar con ellos. A pesar de tener miedo de no ser aceptada o hacerlo mal sin sus lentes, Martna aceptó la invitación con entusiasmo.

El partido comenzó y todos estaban impresionados por las habilidades de Martna. A pesar de no ver con claridad, ella confiaba en sus instintos y se movía velozmente por el campo. Anotó varios goles y demostró que el fútbol no tenía género ni límites.

Al final del partido, los niños estaban maravillados por la actuación de Martna. "Eres increíble, Martna" -dijo uno de ellos-. "Nunca vi a alguien jugar tan bien sin lentes".

Martna sonrió y les explicó que había dejado sus lentes para poder disfrutar mejor del juego. Los niños quedaron asombrados por su valentía y determinación. Desde ese día, Martna se convirtió en la estrella del equipo de fútbol local.

Todos en el vecindario admiraban su pasión por el deporte y su capacidad para superar las dificultades. Martna aprendió una lección importante: nunca debemos dejar que los estereotipos o las limitaciones nos impidan seguir nuestras pasiones.

A veces, es necesario tomar riesgos y enfrentar nuestros miedos para alcanzar nuestras metas. Y así, Martna demostró al mundo que ser obediente no significa renunciar a nuestros sueños.

Con perseverancia y coraje, podemos lograr cualquier cosa que nos propongamos, incluso si llevamos lentes o si nos gusta algo considerado "de chicos".

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