La Niña de los Pensamientos Mágicos
Érase una vez, en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, vivía una niña llamada Lila. Lila era muy especial, no solo porque tenía una risa contagiosa y una gran curiosidad, sino porque todo lo que pensaba se convertía en realidad. Desde muy pequeña, había aprendido a controlar sus pensamientos, pero no siempre lo lograba.
Un día, Lila estaba sentada en su jardín. Miraba a su alrededor y pensó: "¿No sería lindo tener un mar de chocolate?" En un abrir y cerrar de ojos, un inmenso mar de chocolate apareció frente a su casa.
"¡Mirá, mamá! ¡Un mar de chocolate!" - gritó Lila, corriendo hacia él.
"¡Lila, eso no puede ser real!" - le respondió su mamá, aunque ya podía oler el delicioso aroma del chocolate.
Lila empezó a jugar en el chocolate, haciendo castillos y hasta nadando en él. Pronto, sus amigos del barrio se unieron a la diversión. Todos estaban felices, pero Lila comenzó a notar que el chocolate debió desbordarse.
"¡Lila! ¡El chocolate se está desbordando!" - gritó su amiga Mia, apuntando a la calle.
"¡Oh no! Pensé que sólo iba a ser un poco. ¿Qué puedo hacer?" - Lila le respondió, preocupada.
Entonces Lila pensó con todas sus fuerzas: "¡Quiero que todo vuelva a la normalidad!" En un instante, el mar de chocolate desapareció, dejando solo un delicioso olor en el aire.
"¡Eso fue increíble y aterrador a la vez!" - dijo su amigo Tomás riendo.
"¡Sí! Pero tengo que aprender a ser más cuidadosa con mis pensamientos," - dijo Lila, mirando a sus amigos.
Días después, mientras jugaban en el parque, Lila tuvo una idea brillante.
"¡Y si pudiéramos volar como pájaros!" - exclamó emocionada. En ese momento, sus pies comenzaron a despegar del suelo. Lila y sus amigos se elevaron en el aire, disfrutando del viento en sus caras. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que no sabían cómo aterrizar.
"¡Lila! ¿Y ahora qué hacemos?" - gritó Mia, mirando hacia el suelo.
"¡Piensen en algo seguro!" - respondió Lila, asustada. Todos los amigos comenzaron a pensar con todas sus fuerzas en aterrizar suavemente, y un instante después, lo lograron.
"¡Por fin! Pero esto es muy peligroso. Debo aprender a controlar mis pensamientos mejor," - dijo Lila, observando a sus amigos mientras se sacudían las hojas de sus ropas.
Lila decidió que debía aprender a usar su habilidad de una manera responsable. Así que un día se sentó en su jardín y pensó: "Quiero aprender a pensar correctamente. Quiero que mis pensamientos sean siempre buenos y amables.”
Esa tarde, Lila se encontró con una anciana en el parque que siempre le decía que el poder de los pensamientos es muy grande. La anciana la miró y le dijo:
"Lila, el secreto está en lo que decides pensar. Usa tu poder para hacer el bien. Cuando piensas en cosas hermosas, solo eso atraerás a tu vida. ¿Ves?"
"¡Sí, lo entiendo!" - dijo Lila, sonriendo a la anciana.
Desde ese día, Lila decidió utilizar su don para ayudar a su comunidad. Pensó: "Quiero que todos en Arcoíris sonrían siempre." Al instante, la alegría sembró el pueblo. Los niños jugaban más, los adultos sonreían entre ellos, y la tristeza se fue volando.
Con tiempo, Lila aprendió a usar su capacidad de forma sabia. Ahora, en vez de permitir que la magia se desbordara, la miraba desde una perspectiva más profunda, y pensaba antes de actuar.
Finalmente, Lila entendió que lo más valioso no era tener el poder de hacer realidad cualquier pensamiento, sino ser consciente de lo que piensa y cómo eso afecta a los demás.
Y así, en el pequeño pueblo de Arcoíris, Lila se convirtió en una niña llena de luz, que siempre pensaba en cosas buenas y maravillosas. En su corazón, guardaba la lección más importante: el verdadero poder está en la bondad y el amor que compartimos con los demás.
Desde ese momento, Lila nunca dejó de pensar en grande y, sobre todo, en ser feliz.
Colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.