La Niña de Pelo Azul
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, una niña con un cabello azul brillante que llamaba la atención de todos. Su nombre era Luna y su cabello era especial, ya que emanaba luz y colores como un hermoso arcoíris cada vez que ella sonreía.
Luna pasaba sus días recorriendo el pueblo con su perro, Pepo. A todos les gustaba verlos caminar juntos, ya que Luna siempre contaba historias maravillosas a quienes se cruzaban en su camino.
Un día, mientras caminaban por el parque, Luna notó que un grupo de niños jugaba a un costado, pero estaban tristes.
"¿Por qué están tan tristes?" - preguntó Luna, acercándose a ellos.
Uno de los niños, Tomás, respondió: "No podemos decidir a quién elegir para jugar de puerta. Todos queremos ser el que esté arriba, pero no hay lugar para todos."
Luna pensó un momento y dijo: "¿Y si hacemos algo diferente? Podríamos jugar un juego donde todos tengamos la oportunidad de estar arriba."
Los niños se miraron entre sí, intrigados. "¿Cómo se hace eso?" - preguntó Ana, la más pequeña del grupo.
Luna sonrió y explicó: "Podríamos jugar a 'El Rey del Castillo'. En este juego, vamos a construir un castillo con almohadas y sillas, y todos podremos ser reyes o reinas por turnos."
Los niños se entusiasmaron con la idea y empezaron a recoger cosas del parque para hacer su castillo. Mientras tanto, Luna fue a buscar un par de mantas que había en su casa.
Minutos después, el castillo estaba listo y los niños comenzaron a turnarse. "¡Yo soy el Rey!" - gritó Luis, subiendo a lo más alto del castillo. "¡Y tú, Ana, serás mi reina!"
La risa y la diversión llenaron el parque. Cada vez que un niño era elegido Rey o Reina, se sentía especial y disfrutaba del momento. De repente, Pepo, el perro de Luna, empezó a ladrar.
"¿Qué le pasará a Pepo?" - preguntó Luna mirando al perrito que parecía muy inquieto.
Luna y los niños siguieron al perro que corría hacia la colina cercana. Cuando llegaron, se dieron cuenta que un gatito estaba atrapado en un árbol.
"¡Pobrecito!" - exclamó Luna. "Debemos ayudarlo!"
Poco a poco, los niños comenzaron a pensar en ideas para rescatarlo. "¿Y si hacemos una cadena humana?" - sugirió Tomás. "Yo puedo sostener unos brazos, y si llegamos a lo más alto, uno de nosotros puede tomar al gatito."
"Buena idea, Tomás!" - dijo Ana, y juntos formaron una cadena humana muy fuerte.
Luna fue la primera en escalar, apoyándose en los hombros de sus amigos. Con mucho cuidado, logró alcanzar al gatito y, con un suave movimiento, lo llevó a la seguridad de los brazos de Tomás. "¡Lo logramos!" - exclamó Luna, sonriendo mientras sostenía al pequeño gato.
Los niños vitorearon de alegría y aplaudieron. "¡Eres una heroína, Luna!" - dijeron todos juntos.
Luna miró a sus amigos y sonrió, sintiendo que había hecho algo bueno ese día. "Lo importante es que trabajamos juntos, y eso siempre va a ser mejor que competir entre nosotros."
Y así, la niña de pelo azul dejó una lección en el aire. Jugar y ayudar a los demás son cosas que se pueden hacer a la vez. Con el tiempo, los niños de Arcoíris se volvieron amigos inseparables, y donde quiera que fueran, siempre recordaron el día en que Luna y su cabello azul llenaron su parque de diversión y amistad.
Desde entonces, el cabello de Luna nunca dejó de brillar, pues como en el cielo, los colores se multiplican cuando hay amor y unión.
Y así, entre risas y juegos, con su pelo azul y su espíritu valiente, Luna se convirtió en la niña más querida del pueblo de Arcoíris.
FIN.