La Niña Encantada del Cerro El Rosal



En un pequeño pueblito de la provincia de Julcán, rodeado de verdes montañas y cálidos rayos de sol, vivía una niña llamada Luna. Ella era curiosa y aventurera, siempre lista para explorar los secretos que la naturaleza le ofrecía. Pero lo que más la intrigaba era el Cerro El Rosal, una montaña que, según las leyendas, estaba habitada por una niña encantada que podía hablar con los animales y hacer que las flores crecieran en cualquier rincón.

Un día, mientras jugaba en su jardín, Luna decidió que era hora de descubrir si la leyenda era cierta. Emprendió el camino hacia el cerro, con su pequeña mochila llena de meriendas y una libreta para dibujar todo lo que encontraba.

Mientras subía, escuchó un suave susurro.

"¿Quién está ahí?" - preguntó Luna, asustada pero valiente.

De repente, de entre los arbustos, apareció una conejita blanca.

"Soy Mimí, amiga de la niña encantada. Ella está esperándote en la cima del cerro." - dijo la conejita, moviendo su colita con entusiasmo.

Luna se emocionó y siguió a Mimí, quien la guió hasta la cima. Al llegar, una hermosa niña con un vestido de flores la esperaba. Tenía el cabello del color del sol y una sonrisa que iluminaba todo a su alrededor.

"Hola, Luna. Soy Rosita, la niña encantada del Cerro El Rosal." - dijo la niña, haciendo una reverencia.

"¡No puedo creerlo! ¡Es un honor conocerte!" - respondió Luna, con los ojos desorbitados de asombro.

Rosita sonrió y, tocando un grupo de flores, las hizo brillar.

"Estas flores tienen poderes especiales. Si las cuidas y les das amor, te ayudarán a hacer cosas increíbles. Pero debes recordar siempre compartir y cuidar la naturaleza." - le aconsejó.

Luna estaba fascinada. Juntas recolectaron flores y vieron cómo comenzaban a florecer por todo el cerro. Pero de repente, un grupo de niños del pueblo se escuchó gritando.

"¡Ayuda, ayuda! ¡Los animales están asustados!" - decía un niño.

Luna y Rosita se miraron preocupadas.

"Vamos, hay que ayudarlos." - dijo Luna con determinación.

Al llegar a donde estaban los niños, vieron que un perro había asustado a los pájaros y otros animales que querían escapar. Rosita, con su magia, hizo que una bandada de flores voladoras apareciera.

"Estos son los Pajaritos de Flores. ¡Vuelen y aquíguen el camino!" - ordenó.

Las flores voladoras comenzaron a bailar en el aire, atrayendo la atención del perro.

"¡Mira qué bonito!" - gritaba uno de los niños, olvidándose del miedo.

El perro, curioso, dejó de ladrar y comenzó a jugar con las flores.

"¡Lo logramos!" - exclamó Luna, sintiéndose orgullosa.

"Recuerda, siempre es bueno ayudar a los demás y cuidar a nuestros amigos animales." - le dijo Rosita, agradecida.

Desde ese día, Luna se convirtió en una protectora de la naturaleza y sus amigos. Cada vez que podía, subía al Cerro El Rosal para ver a Rosita y aprender más sobre el mundo mágico de las flores y los animales.

Un día, decidió compartir su aprendizaje con los niños del pueblo.

"Chicos, ¡vamos al cerro! Aprenderemos a cuidar nuestra tierra!" - los invitó.

Los niños se animaron y todos juntos fueron al cerro.

Allí, Rosita los recibió.

"Hoy aprenderemos sobre el cuidado del medio ambiente y cómo cada uno de nosotros puede hacer una diferencia." - dijo.

La jornada estuvo llena de risas, juegos y muchas cosas lindas. Al final, todos prometieron cuidar la naturaleza y proteger a los animales.

Luna, llena de alegría, observó cómo sus amigos se unían para hacer del pueblo un lugar mejor.

"Gracias, Rosita. Eres una verdadera inspiración." - le dijo, abrazándola.

"No olvides que tú también eres una parte importante de esta historia. Sigue compartiendo el amor por la naturaleza, y siempre crecerá como nuestras flores." - respondió la niña encantada.

Así, Luna y sus amigos continuaron sus aventuras, siempre con la belleza del Cerro El Rosal y su mágica habitante en sus corazones, recordando que cuidar la naturaleza es un regalo que cada uno puede ofrecer al mundo.

Y así, el cerro se llenó de risas, flores y aventuras.

Las leyendas de la niña encantada siguieron contándose por generaciones, inspirando a más niños a ser guardianes de su entorno y amigos del mundo natural.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!