La Niña Incluyente
Sofía estaba muy emocionada por su primer día de colegio en su nueva escuela. Se levantó temprano, se vistió con su uniforme y tomó su mochila llena de útiles escolares.
Cuando llegó a la escuela, Sofia se sintió un poco nerviosa al ver que no conocía a nadie. Pero decidió hacer lo mejor para conocer nuevas amigas y divertirse en el recreo. En el patio, Sofia vio a un grupo de niñas jugando a la rayuela.
Decidió acercarse y preguntar si podía jugar con ellas. - Hola, ¿puedo jugar con ustedes? -preguntó Sofia tímidamente. - Claro que sí -dijo una de las niñas sonriendo-. Me llamo Martina, ¿y tú? - Soy Sofía -respondió ella felizmente-.
Acabo de empezar aquí en la escuela. Las chicas le dieron la bienvenida y comenzaron a jugar juntas. Pronto descubrieron que tenían muchas cosas en común: les gustaba bailar, cantar y dibujar.
También compartían sus gustos por los helados de vainilla con chocolate. Durante los siguientes días, las chicas se hicieron inseparables. Juntas iban al recreo, compartían sus almuerzos y hacían proyectos escolares juntas.
Pero un día todo cambió cuando una nueva chica llamada Ana llegó a la escuela. Ella también quería hacer amigos pero no sabía cómo acercarse al grupo de Martina y Sofía.
Un día durante el recreo Ana se sentó sola debajo del árbol mirando triste como las otras chicas jugaban sin ella. Sofia notó que Ana estaba sola y decidió acercarse a ella. - Hola, ¿quieres jugar con nosotras? -preguntó Sofia amablemente. Ana sonrió aliviada y se unió al grupo.
Pronto descubrieron que también tenían muchas cosas en común: les gustaba el fútbol, la pizza y ver películas de aventuras. Juntas las cuatro chicas se divirtieron mucho durante todo el año escolar. Descubrieron que no importa cuántas amigas tengas, siempre hay espacio para hacer nuevas amistades.
Sofía aprendió una valiosa lección: nunca debemos dejar a nadie afuera. Siempre hay espacio para nuevos amigos y todas las personas merecen ser tratadas con amor y respeto.
FIN.