La Niña Perdida y la Casa Embrujada



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de bosques y llanuras, una niña llamada Lucía. Tenía una gran curiosidad por el mundo que la rodeaba y siempre soñaba con aventuras emocionantes. Una tarde, mientras exploraba el bosque, escuchó un susurro que provenía de una vieja casa en la colina. La casa estaba cubierta de enredaderas y parecía olvidada por el tiempo.

"¿Qué será eso?" - se preguntó Lucía, intrigada.

Decidida a descubrir el misterio, se acercó a la casa. Al abrir la puerta, un crujido resonó en el aire, como si la casa misma la estuviera esperando. Dentro, todo estaba cubierto de polvo, pero Lucía no se asustó.

"¡Hola!" - gritó "¿Hay alguien aquí?"

Un silencio profundo le respondió, pero de repente, escuchó un ligero eco. Era un pequeño gato negro llamado Morfeo, que salió corriendo de un rincón y le dijo, "¿Por qué has entrado aquí? Este lugar está embrujado. No deberías quedarte."

"Embrujado, ¿dices?" - respondió Lucía, emocionada. "Pero, ¿no ves que estoy aquí para descubrirlo? ¿Qué es lo que embruja esta casa?"

Morfeo, que era un gato muy astuto, decidió ayudarla. "Lo que embruja esta casa es la soledad y la tristeza. Todos los que han vivido aquí han olvidado cómo ser felices. Necesitamos revertir el hechizo."

"¿Cómo podemos hacer eso?" - preguntó Lucía con una sonrisa decidida.

"Primero, debemos encontrar las tres llaves de la felicidad. Cada llave representa algo importante: la amistad, la alegría y la esperanza. Solo así podremos liberar a esta casa y a sus habitantes de un antiguo encantamiento."

Lucía estaba lista para la aventura. Juntos, Morfeo y Lucía comenzaron su búsqueda. La primera llave la encontraron en un jardín secreto lleno de flores que nunca habían visto. La llave de la amistad estaba escondida bajo un árbol que ofrecía sombra a dos pajaritos que hablaban entre sí.

"¿Por qué se ven tan tristes?" - preguntó Lucía.

"Hemos perdido a nuestros amigos. Nos extrañamos y ya no sabemos cómo volver a jugar juntos" - dijeron los pájaros.

Lucía sonrió y dijo: "¡Hagamos una fiesta! Invitemos a todos los animales del bosque y así sus corazones se llenarán de amistad nuevamente."

Así lo hicieron. Decoraron el jardín y, al caer el sol, la fiesta comenzó y todos bailaban y volaban felices. Gracias a la fiesta, la primera llave brilló y con su luz se unió a la cadena de llaves que Lucía había encontrado.

"Una llave menos, ¡vamos por la siguiente!" - exclamó Lucía.

Ahora fueron a un lago encantado. Allí debían encontrar la llave de la alegría, pero el agua parecía fría y oscura. A lo lejos, una rana se encontraba triste en una roca.

"¿Qué te pasa, amiga rana?" - le preguntó Lucía.

"No puedo cantar más, perdí mi alegría. Nadie se queda aquí para jugar y yo estoy sola."

Lucía dijo "Podemos ayudarte. Te prometo que, si me muestras cómo era tu canción, la cantaré con vos. Pronto vendrán otros a practicar contigo."

La rana, sorprendida, comenzó a croar una melódica canción y Lucía se unió. Pronto, otros animales se acercaron atraídos por la música y comenzaron a cantar y bailar. La alegría llenó el lugar, y en un instante, la llave de la alegría apareció, brillando entre las olas del lago.

Con la segunda llave en la mano, Lucía y Morfeo seguían su búsqueda. Finalmente, llegaron a una cima, donde encontraron un árbol muy viejo, conocido como el Árbol de la Esperanza. Encima, un pequeño búho estaba atrapado en una telaraña.

"¡Déjame ayudarte!" - exclamó Lucía, y con cuidado liberó al búho.

El búho, reconociendo el valor de Lucía, le dijo "Gracias, pequeña. Por liberarme, te daré la última llave. La esperanza vive en aquellos que creen que las cosas pueden cambiar. Yo también había perdido la esperanza de que alguien vendría a ayudarme. Tú me has demostrado que siempre hay alguien listo para dar una mano."

Con la tercera llave unida al collar, Lucía y Morfeo se apresuraron a llevarlas de vuelta a la casa. Al colocar las tres llaves en una puerta secreta, un destello de luz envolvió la casa. De repente, los antiguos moradores aparecieron, figuras de luz que sonreían y reían.

"Han liberado este lugar, niñas y niños. Gracias a la amistad, la alegría y la esperanza, esta casa vuelve a vivir. Ahora siempre tendrán un hogar aquí, y recuerden, en cada aventura, siempre hay algo nuevo por descubrir y compartir."

Desde ese día, la casa dejó de ser embrujada y se convirtió en un lugar de encuentro para todos los animales y niños del pueblo, donde la amistad, la alegría y la esperanza jamás se olvidarían. Lucía se convirtió en la heroína del pueblo, y el amor que compartió se expandió, haciendo de su entorno un hogar lleno de luz y felicidad.

Y así, la curiosidad de Lucía no solo la llevó a una aventura, sino que también trajo vida de nuevo a la casa, demostrando que cuando se comparte el amor y la alegría, todos ganan.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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