La Niña que Descubrió la Nieve
Era un soleado día de invierno en un pequeño pueblo de la montaña. Lucía, una niña curiosa de ocho años, despertó emocionada. Hoy sería un día especial. Se asomó a la ventana y, para su sorpresa, vio algo que nunca había visto antes: ¡nieve!
- ¡Mamá, mamá! - gritó Lucía corriendo por la casa. - ¡Mirá! ¡Todo está cubierto de blanco!
Su mamá, que estaba preparando el desayuno, sonrió.
- Sí, Lucía. Este es el primer día de la temporada de nieve. Vamos a prepararnos para salir a jugar.
Lucía se vestía rápidamente: se puso su abrigo, guantes, bufanda y su gorra de lana favorita. Cuando salió a la calle, se quedó maravillada. La nieve caía suave y silenciosa, cubriendo todo de un manto blanco.
- ¡Es como un cuento de hadas! - exclamó Lucía, mientras daba saltitos de alegría.
Corrió hacia la plaza del pueblo donde los niños ya estaban jugando. Ellos tiraban bolas de nieve, hacían muñecos y se deslizaban en trineo por las laderas.
- ¡Lucía, ven! - la llamó Tomás, su amigo del colegio. - ¡Vamos a hacer un muñeco de nieve!
Juntos, comenzaron a acumular la nieve, mezclando pedazos grandes y pequeños. Con su nariz de zanahoria y unos botones que encontraron en casa, crearon al muñeco más divertido que jamás habían visto.
- ¡Listo! ¡Se llama Pipo! - dijo Lucía riendo, mientras le colocaba una bufanda que le había dado su mamá.
De repente, una nube oscura pasó por encima y comenzó a nevar más intensamente. Todos los niños se miraron con cierta preocupación. Lucía notó que la luz del día empezaba a desvanecerse.
- ¿Qué hacemos ahora? - preguntó Martina, otra amiga.
- ¡Sigamos jugando! - decidió Lucía, sin querer dejar que la nieve arruine su diversión.
Pero la tormenta golpeó con más fuerza, y pronto las ráfagas de viento comenzaron a intensificarse. Los adultos comenzaron a llamar a los niños a casa.
- ¡Vengan, es hora de volver! - gritó el maestro que estaba supervisando.
Lucía no quería dejar la nieve, pero al ver a sus amigos regresar a casa, decidió que era lo mejor. Caminó con ellos hacia sus casas, mientras el viento aullaba y las copos de nieve danzaban a su alrededor.
Cuando llegó a casa, su mamá la recibió con una taza de chocolate caliente.
- ¡Mamá, fue increíble! - dijo Lucía, mientras se calentaba las manos con la bebida. - Pero, ¿por qué comenzó a nevar tan fuerte de repente?
Su mamá sonrió y aprovechó la oportunidad para enseñarle un poco sobre la naturaleza.
- A veces, las tormentas de nieve pueden ser impredecibles. La nieve es hermosa, pero también puede ser poderosa. Es importante estar seguros y escuchar a los adultos en esos momentos.
Lucía asintió, dándose cuenta de la importancia de cuidar de sí misma y de sus amigos. Esa primera nevada del año la había llenado de alegría y también de un nuevo aprendizaje.
Esa noche, mientras miraba por la ventana cómo caía la nieve, pensó en cómo jugaría al día siguiente. Quizás haría ángeles en el suelo, o un fuerte de nieve. Pero sobre todo, sabía que tendría que estar atenta y regresar a casa si el clima cambiaba.
El día siguiente, la nieve había dejado un paisaje aún más impresionante: todo estaba cubierto de un brillante blanco. El sol brillaba y la nieve crujía bajo sus pies.
- ¡Mamá, hoy no hay tormenta! - anunció Lucía optimista. - ¡Voy a salir a jugar otra vez!
Salió corriendo, y al llegar a la plaza, notó que los niños estaban haciendo un gran fortín de nieve.
- ¡Lucía! ¡Ayudanos! Vamos a proteger nuestro fuerte de los ataques de otras escuadras! - le gritó Tomás.
- ¡Vamos! - respondió Lucía entusiasmada, mientras corrió hacia ellos.
Jugaron durante horas, construyendo y defendiendo su fortín. Lucía se sintió feliz, no solo por la nieve, sino porque había aprendido a respetar la naturaleza y la importancia de unirse con amigos para divertirse, siempre cuidando de sí misma.
Esa primera nevada no solo le enseñó a Lucía sobre la nieve, sino que también le mostró el valor de la amistad y la precaución ante lo inesperado. Después de todo, cada experiencia, por hermosa que sea, viene acompañada de valiosas lecciones que nos ayudan a crecer. Y así, Lucía continuó disfrutando de cada invierno, lista para descubrir lo que la nieve le depararía cada año.
FIN.