La niña que descubrió la riqueza de la diversidad cultural


Había una vez una niña llamada Valentina que se mudó de Chiapas a Zimapan, Hidalgo. Desde el primer día en la escuela Justo Sierra, se sintió extraña al darse cuenta de la diversidad cultural que había en las dos regiones.

La comida era diferente, la cultura era distinta, e incluso descubrió que en Zimapan se hablaba el fascinante dialecto otomí.

Valentina se sentía un poco perdida y confundida por todas estas diferencias, pero afortunadamente, todos en la escuela estaban dispuestos a ayudarla a comprender y apreciar la diversidad cultural. -¿Por qué comen eso con salsa? , preguntó Valentina desconcertada al ver a sus compañeros disfrutar de unos deliciosos tamales con salsa roja.

-Es que en Hidalgo nos encanta la comida picante, pero te invitamos a probarlo, le explicaron sus nuevos amigos. Poco a poco, Valentina comenzó a probar los diferentes platillos y descubrió lo exquisita que era la comida hidalguense. -¡Wow! ¡Está riquísimo! exclamó sorprendida.

Con la ayuda de sus compañeros, también empezó a adentrarse en la cultura de Zimapan. Aprendió a bailar sones y jarabes, a apreciar el colorido de los trajes típicos y, gracias a la maestra, a entender algunas frases en otomí.

Valentina se sentía fascinada al conocer todas estas nuevas tradiciones. Un día, durante el festival de la diversidad cultural en la escuela, Valentina decidió compartir las tradiciones de Chiapas con sus compañeros.

Prepararon juntos platos típicos, bailaron al son de la marimba chiapaneca y Valentina les enseñó algunas palabras en tzotzil. La presentación fue un éxito y todos en la escuela se maravillaron con las costumbres chiapanecas.

Finalmente, Valentina comprendió que la diversidad cultural no era algo que la hiciera sentir extraña, sino que era lo que la hacía única. Aprendió a valorar las diferencias, a enriquecerse con nuevas experiencias y a enseñarle a otros sobre su propia cultura.

Desde entonces, cada día en la escuela era una oportunidad para aprender algo nuevo, gracias a la maravillosa diversidad cultural que la rodeaba.

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