La niña que desobedece



Había una vez en una colorida ciudad, una niña llamada Sofía. Sofía era conocida por su espíritu curioso y su rebelde actitud. Siempre hacía preguntas, exploraba por su cuenta y a menudo desobedecía las reglas de sus padres y maestros.

Un día, su maestra, la señora Clara, anunció un concurso de talentos en la escuela y les pidió a todos los alumnos que se prepararan.

"Chicos, el concurso es una gran oportunidad. Quiero que cada uno elija un talento y lo presente. Pero tienen que seguir las reglas de ensayo y preparación" - dijo la señora Clara, entusiasmada.

Sofía, sin embargo, decidió hacer las cosas a su manera.

"Yo no quiero un ensayo aburrido. ¡Voy a sorprender a todos con algo excepcional!" - exclamó.

Así que, en vez de ensayar en casa o practicar con su grupo, se fue al parque a jugar y conocer nuevos amigos que hacía tiempo no veía.

"¿Ven? Esto es mucho más divertido que ensayar" - dijo Sofía a sus amigos.

Los días pasaron volando, y la fecha del concurso se acercaba. El día del evento, Sofía decidió que iba a cantar una canción que había compuesto en el parque. Pero en lugar de practicar como todos, se dejó llevar por la improvisación.

Cuando llegó su turno, subió al escenario con confianza, pero en medio de la actuación, comenzó a olvidar la letra y no sabía qué hacer.

"¡Ay, no! ¿Qué hago?" - se dijo a sí misma, mientras los espectadores empezaban a murmurar.

No sólo no debía desobedecer las instrucciones de la señora Clara, sino que tampoco había prestado atención al ensayo con sus compañeros, quienes habían trabajado duro para prepararse.

"¡Sofía, vení!" - le gritaron sus amigos desde el público. Pero Sofía estaba tan nerviosa que sólo sabía reírse para no llorar.

El jurado, que incluía a la señora Clara, miró con preocupación. La actuación de Sofía había comenzado bien, pero la falta de preparación la había dejado en un aprieto.

"Lo siento... no pensé que sería tan difícil" - admitió Sofía en un susurro.

Al final de su actuación, Sofía se dio cuenta de que la desobediencia la había llevado a un momento incómodo. Mientras bajaba del escenario, sintió que había decepcionado a sus amigos y a su maestra.

Después del concurso, la señora Clara se acercó a ella.

"Sofía, tu creatividad es maravillosa, pero hay que aprender a trabajar en equipo y a seguir las instrucciones. Esa es parte del proceso" - le explicó con suavidad.

Sofía asintió, dándose cuenta de que su deseo de ser diferente no le había permitido brillar como realmente podía.

"Lo siento, señora Clara. Debería haber escuchado las reglas y haber practicado con mis amigos" - respondió, con una nueva humildad.

Desde aquel día, Sofía entendió que desobedecer no siempre era algo bueno. A partir de ese momento, decidió que aunque le encantara seguir su instinto, también era importante escuchar y aprender de los demás. Aprendió que el trabajo en equipo y la práctica eran los verdaderos caminos para alcanzar sus sueños.

"Para la próxima me comprometo a ensayar y a seguir las reglas" - prometió a todos. Y así, con su nueva forma de ver las cosas, se preparó para el siguiente concurso y hizo de sus desobediencias una motivación para ser la mejor versión de sí misma.

Su historia se convirtió en un ejemplo para muchos, y Sofía se transformó no solo en una excelente artista, sino también en una gran amiga y compañera. Con su espíritu creativo, supo que desobedecer a veces puede ser tentador, pero aprender a escuchar y trabajar en equipo siempre es más valioso.

Y así, Sofía vivió feliz, explorando y creando, pero siempre recordando la lección más importante: que no se puede volar solo, y que la posibilidad de desobedecer a menudo viene acompañada de grandes aprendizajes.

FIN.

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