La niña que hacía realidad sus pensamientos
Había una vez una niña llamada Lola que vivía en un pequeño pueblo lleno de colores y magia. Lola era conocida por su imaginación desbordante y su capacidad para soñar despierta. Un día, mientras paseaba por el bosque, se sentó bajo un árbol enorme para pensar en las cosas que más deseaba. Mientras lo hacía, algo extraordinario ocurrió: todo lo que pensaba comenzaba a hacerse realidad.
"Quisiera tener una bicicleta para pasear por el pueblo", pensó Lola.
Y, de repente, una hermosa bicicleta de color rosa apareció a su lado, brillante, con un timbre que sonaba alegremente.
"¡Genial!", exclamó Lola mientras subía a la bicicleta y comenzaba a pedalear por el camino empedrado.
Cada vez que Lola pensaba en algo, este se materializaba. En cuestión de horas, tenía una colección de juguetes, una casa de árbol con una tirolesa y, hasta un perro llamado Max que la seguía a todas partes.
Pero un día, mientras pensaba en lo divertido que sería tener un dragón como mascota, lo inesperado ocurrió. De repente, un dragón pequeño, pero de llamas brillantes, aterrizó ante ella, llenando el aire con un humo fragante.
"¡Hola! Soy Chispita", dijo el dragón con voz juguetona.
Lola se quedó boquiabierta.
"¿Un dragón? Te quiero, pero...".
Lola pensaba que podría ser difícil cuidar de un dragón. Sin embargo, con su gran corazón y su espíritu aventurero, decidió que podría aprender a ser responsable.
A partir de ese día, Lola y Chispita se convirtieron en inseparables. Lola pensaba en aventuras grandiosas, y ellas sucedían: exploraciones en el bosque, picnics con sus amigos y carreras en bicicleta. Pero pronto, Lola se dio cuenta de que no todo lo que pensaba era divertido. Un día, mientras se sentaba en su habitación, pensó: "Me gustaría que la escuela no existiera". Y, de inmediato, la escuela desapareció del pueblo.
Al principio, todos los niños se sintieron felices, pero pronto comenzaron a extrañar a sus maestros y las cosas divertidas que aprendían juntos. Lola, al ver lo que había causado, comprendió que no podía desear cosas sin pensar en las consecuencias.
"Chispita, creo que he cometido un error. Todos extrañan la escuela", le dijo Lola, algo triste.
"Es parte de crecer, Lola. Todos cometemos errores. Lo importante es aprender de ellos", respondió Chispita con su suave voz.
Con la ayuda de su nuevo amigo dragón, Lola pensó en una solución. "Quiero que la escuela vuelva, pero de una manera diferente. Que sea un lugar donde todos puedan jugar y aprender juntos, con juegos y aventuras".
Y, como si Chispita escuchara su corazón, de repente, la escuela apareció, pero ahora era un lugar lleno de risas, colores y juegos educativos. Los niños regresaron, y todas sus sonrisas llenaron el aire.
Desde ese día, Lola aprendió a ser más cuidadosa con sus pensamientos y a pensar en ellos antes de desearlos. Chispita siempre estaba a su lado, recordándole que con poder vienen responsabilidades.
"Gracias por ayudarme a entender, Chispita. Estoy contenta de tenerte a mi lado", dijo Lola mientras abrazaba a su dragón.
"Siempre que pienses en lo que quieres, nunca olvides que lo más importante es la felicidad de los demás", contestó Chispita.
Lola y Chispita siguieron teniendo aventuras, pero ahora cada deseo que expresaban estaba lleno de alegría y amor. Con cada nuevo pensamiento complicado, Lola aprendió a mirar el mundo de una manera positiva, y su corazón se llenó de gratitud por cada uno de sus amigos.
Y así, en un pequeño pueblo donde los sueños se volvían realidad, una niña y su dragón vivieron muchas aventuras, siempre recordando que lo que deseamos también afecta a quienes nos rodean. Y, por encima de todo, la amistad y el cuidado por los demás siempre serán la verdad más mágica de todas.
Fin.
FIN.