La Niña que No Quería Ser la Bella Durmiente



Era una vez en un pequeño reino, una niña llamada Sofía que siempre había sido muy curiosa y alegre. A diferencia de las demás princesas, Sofía no soñaba con príncipes ni castillos. Su mayor deseo era viajar por el mundo y vivir aventuras extraordinarias.

Un día, mientras exploraba el bosque detrás del castillo, se encontró con un hada llamada Lila.

"Hola, pequeña. ¿Por qué tan triste?" - preguntó Lila con una voz suave.

"No estoy triste, pero no quiero ser como la Bella Durmiente y dormir durante 100 años. ¡Quiero hacer cosas!" - respondió Sofía.

"Pero todos en el reino creen que ser Bella Durmiente es una gran aventura. No tienes que preocuparte, solo disfrutarás de una larga siesta" - dijo Lila sonriendo al recordar su antiguo hechizo.

Sofía, decidida, le dijo:

"¡No quiero! Quiero vivir, no dormir. Por favor, ayúdame a impedir eso."

El hada, sorprendida por la valentía de Sofía, decidió brindarle su apoyo.

"Muy bien, te ayudaré. Pero necesitarás ser valiente y estar lista para lo inesperado." - le advirtió Lila.

Esa tarde, un sueño mágico comenzó a envolver el reino, y Sofía sintió una extraña somnolencia. Sin embargo, con la ayuda de Lila, logró evitar que el hechizo la atrapara.

"¡Despierta, Sofía! Haz algo valiente. Recuerda tu deseo de viajar!" - gritó Lila.

Entonces, Sofía se acordó de un mapa que había encontrado durante sus exploraciones. Era un mapa antiguo que mostraba rutas mágicas hacia lugares extraordinarios como el Parque de las Maravillas y la Montaña de los Sueños. Decidida a no caer en el sueño, le dijo a Lila:

"¡Déjame volar! Quiero ir a esos lugares. No puedo quedarme aquí durmiendo."

El hada le otorgó un polvo mágico y, con un giro de su varita, Sofía comenzó a volar. Desde las alturas, vio el reino brillante y hermoso. Después de unos segundos de vuelo, aterrizó en el Parque de las Maravillas, donde los árboles estaban llenos de dulces y los ríos eran de limonada.

Allí conoció a un grupo de animales que la invitaron a jugar.

"¡Bienvenida, Sofía! ¡Únete a nuestra fiesta!" - dijeron unos conejitos cantores.

Sofía se unió a la diversión, bailando y riendo hasta que se hizo tarde. De repente, se dio cuenta de que el sol comenzaba a ponerse y el tiempo se estaba acabando. Tenía que decidir a dónde ir luego antes de que el hechizo la alcanzara.

Mientras estaba atrapada en su alegría, sintió un viento helado. Era el efecto del hechizo que la comenzaba a atrapar. Así que corrió hacia la Montaña de los Sueños.

"Si llego a la cima, tal vez pueda tener un deseo y cambiar mi destino" - pensó.

Comenzó a escalar, y los animales la siguieron. Juntos llegaron a la cima, pero una voz profunda comenzó a resonar.

"Solo hay espacio para uno en el trono de los deseos. ¿Quién hará su pedido primero?" - retumbó la voz.

Sofía miró a sus amigos, sabiendo que no podía dejar que el hechizo ganara.

"¡Yo! ¡Haré mi deseo primero!" - se adelantó.

"¿Qué deseas, valiente niña?" - preguntó la voz.

"¡Deseo vivir aventuras y nunca dormir como la Bella Durmiente!" - exclamó Sofía con determinación.

La voz sonrió, y la montaña comenzó a brillar.

"¡Tu valentía ha quebrado el hechizo! Ahora serás libre de vivir y explorar siempre que quieras. ¡Adelante, Sofía!" - dijo la voz mágica.

Con un estallido de colores, Sofía regresó al bosque, llena de energía y vitalidad. Se despidió de Lila, que la miraba orgullosa.

"Has sido valiente y persuasiva. Ahora podrás vivir tus sueños sin límites." - le dijo el hada.

"¡Gracias, Lila! Nunca olvidaré esta aventura" - respondió Sofía.

Desde aquel día, Sofía recorrió el mundo, explorando lugares lejanos y viviendo aventuras increíbles. Aprendió que a veces, ser valiente y seguir nuestros sueños puede cambiar nuestro destino de maneras sorprendentes. Y así, siempre recordaría que la vida es un viaje que nunca debe dejarse dormir.

Fin.

FIN.

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