La niña que no sabía leer inglés



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Sofía. Sofía era curiosa, alegre y tenía una imaginación desbordante. Pero había algo que la preocupaba: no sabía leer inglés. En el colegio, todos sus amigos hablaban sobre un nuevo libro de aventuras en inglés que había llegado a la biblioteca.

Un día, mientras Sofía estaba en la escuela, su maestra, la señora Lucía, anunció:

"Hoy vamos a hablar sobre un libro maravilloso que todos están leyendo. Se llama 'Las aventuras de Pinocho'. Sin embargo, está en inglés. ¿Quién quiere que le explique de qué trata?"

Sofía levantó la mano y dijo:

"Yo quiero entenderlo, pero no sé inglés…"

La señora Lucía sonrió con amabilidad y le explicó:

"No te preocupes, Sofía. Siempre podemos aprender algo nuevo. ¿Qué tal si hacemos un pequeño grupo de lectura? Así, nos ayudamos mutuamente."

Sofía se emocionó y decidió que quería aprender. Al finalizar la clase, se le acercó a su mejor amiga, Ana:

"Ana, ¿me ayudas a leer en inglés? Quiero entender la historia también."

Ana, que era muy buena en inglés, contestó:

"Claro, Sofía. ¡Podemos practicar juntas después de la escuela!"

En casa, Sofía se sentó con su laptop. Aunque no entendía las palabras, vio un video de un perro que hablaba inglés y que contaba historias divertidas. El perro se llamaba Max:

"¡Hola, amiguitos! Soy Max y hoy les voy a enseñar algunas palabras en inglés. ¡Vamos!"

Sofía se rió y comenzó a repetir las palabras que Max enseñaba. Cada día, después de la escuela, Sofía escuchaba a Max y practicaba con Ana. Pronto, aprendió a pronunciar algunas palabras y frases simples. Sofía estaba tan contenta que un día decidió que ya estaba lista para leer un fragmento del libro frente a sus compañeros:

"Chicos, hoy quiero leerles algo que aprendí. ¡Espero que les guste!"

Sus amigos la miraron con entusiasmo mientras ella leía con un poco de dificultad:

"Once upon a time, there was a wooden boy…" (Érase una vez un niño de madera…)

"¡Guau, Sofía! ¡Lo hiciste muy bien!" exclamó Diego, otro compañero.

Con el tiempo, el grupo de lectura creció y más niños se unieron a Sofía y Ana. Se sentaban en círculo y todos intentaban leer en voz alta mientras se ayudaban. Pero un día, un niño nuevo, Tomás, llegó al pueblo. Era muy bueno en inglés y todos estaban emocionados:

"¡Hola! Soy Tomás, ¡y yo sé mucho inglés!" dijo orgulloso.

Sofía se sintió un poco insegura y pensó que quizás Tomás no querría jugar con ella ni aprender. Pero, en cambio, Tomás se acercó y le dijo:

"Hola, Sofía. ¿Te gustaría que te ayude a leer? A mí me encantaría."

Sofía se sorprendió y aceptó con gusto. Juntos, comenzaron a estudiar, y la confianza de Sofía creció. Con el tiempo, pudo leer varias páginas por sí sola y comenzó a disfrutar del aprendizaje del inglés.

Sin embargo, un pequeño desafortunado giro ocurrió. Una semana antes de la presentación final del proyecto del libro, Ana se lastimó la pierna y no pudo asistir a la escuela. Sofía se preocupó y pensó que no podría hacerlo sin su amiga:

"No sé si puedo hacerlo sola. Ana siempre me ayuda."

Tomás, al escucharla, le dijo:

"¡No te preocupes! ¡Yo estaré contigo! Podemos hacer un gran equipo."

Sofía sonrió, animada por el apoyo de Tomás. Se prepararon juntos y practicaron mucho para que su presentación fuera increíble. Finalmente, llegó el día de la presentación. Sofía se sintió nerviosa, pero sabía que podía hacerlo. Al llegar el momento, se paró frente a la clase y comenzó a hablar:

"Hola a todos. Hoy hablaremos sobre 'Las aventuras de Pinocho'. Es un cuento maravilloso sobre una marioneta que quiere ser un niño de verdad."

Algunos niños comenzaron a sonreír y a animarla.

"Sofía. ¡Sos genial!" gritó una de sus amigas.

Sofía siguió hablando y, al finalizar, todos aplaudieron. La señora Lucía le dijo:

"Estoy muy orgullosa de ti, Sofía. Has hecho un gran trabajo, y aprendiste mucho sobre el inglés."

Con lágrimas de alegría en los ojos, Sofía se dio cuenta de que con esfuerzo y con ayuda de sus amigos, había logrado algo que antes parecía imposible. Desde ese momento, Sofía se convirtió en un ferviente amante de los libros y el aprendizaje de nuevas lenguas. ¡Ni siquiera el inglés podía detener a Sofía, la niña que no sabía leer inglés!

FIN.

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