La niña que sembraba sonrisas



En un pequeño pueblo rodeado de verdes praderas y coloridos árboles, vivía una niña llamada Valentina. Valentina era conocida por ser la niña más amable de todo el pueblo. Siempre tenía una sonrisa en su rostro y un gesto amigable para todos los que se cruzaban en su camino.

Un día, Valentina se enteró de que muchas personas en su pueblo estaban tristes y desanimadas. Decidió que quería hacer algo para ayudar, así que se puso manos a la obra. Con la ayuda de su abuelo, comenzó a sembrar semillas de girasol por todo el pueblo. Todos los días regaba las semillas con amor y cuidado, y poco a poco, comenzaron a crecer los girasoles más hermosos que jamás se hubieran visto.

Las personas del pueblo se sorprendían al ver los hermosos girasoles que brotaban en cada rincón, y pronto, la tristeza que antes dominaba el lugar empezó a desvanecerse. La luz y el color de los girasoles alegraban el corazón de cada habitante.

Un día, Valentina se dio cuenta de que ya no quedaba un solo lugar sin girasoles en su pueblo. Entonces, decidió que era hora de ayudar a otros pueblos que también necesitaban un poco de alegría. Con la ayuda de sus amigos, recolectaron semillas de girasol y las llevaron a pueblos vecinos, donde juntos sembraron nuevas sonrisas en forma de hermosos girasoles.

La amabilidad y generosidad de Valentina inspiraron a otros a hacer lo mismo en sus propias comunidades, y pronto, los girasoles se convirtieron en un símbolo de alegría y esperanza en toda la región.

Desde entonces, Valentina siguió sembrando sonrisas allá donde iba, recordando a todos que una pequeña actitud amable puede florecer en algo hermoso y contagiar alegría a quienes nos rodean.

FIN.

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