La niña que viajaba entre mundos


En un pequeño pueblo de Argentina vivía una niña llamada Martina, a quien le encantaba escuchar historias de lugares lejanos. Un día, mientras jugaba en el patio de su casa, un relámpago brillante la envolvió y la transportó a un mundo mágico y desconocido.

Al abrir los ojos, Martina se encontró en un prado lleno de flores de colores vivos y árboles gigantes. No lejos de allí, descubrió a un grupo de criaturas parlantes que la miraban con asombro. Eran seres de formas extrañas y colores brillantes, y hablaban un idioma desconocido para Martina. Sin embargo, con gestos amistosos lograron comunicarse y la invitaron a su aldea.

Martina descubrió que había llegado a un mundo donde la magia y la amistad reinaban. Los habitantes del lugar le enseñaron a volar en un pájaro multicolor, a nadar en un lago de aguas cristalinas y a bailar al ritmo de la música de los árboles.

Pero lo más sorprendente fue cuando Martina se ofreció a contarles historias de su mundo. Los habitantes del lugar se reunieron ansiosos, y Martina les narró aventuras de piratas valientes, princesas audaces y héroes legendarios. Los oyentes estaban fascinados, y le pidieron que siguiera contándoles más historias en cada visita.

Martina se convirtió en la primera viajera entre mundos, llevando las historias de su pueblo a lugares donde nunca habían llegado. Con cada narración, sembraba semillas de amistad y comprensión entre mundos diferentes. Y aunque extrañaba a su familia y amigos, sabía que su misión era importante.

Al final, Martina comprendió que la magia no solo estaba en los lugares que visitaba, sino también en el poder de las palabras para unir a las personas. Y así, continuó viajando entre mundos, llevando consigo el regalo de la imaginación y la hermandad.

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