La niña triste y su viaje a la alegría



Había una vez una niña llamada Clara, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Clara era conocida por su cabello rizado y su risa contagiosa, pero un día, algo cambió. Se sintió triste sin saber por qué. No encontraba alegría en sus juegos, y sus amigos empezaron a preocuparse por ella.

Un día, mientras paseaba por el bosque, Clara se encontró con un viejo árbol muy sabio que parecía hablarle.

"Hola, Clara. ¿Por qué estás tan triste?" - le preguntó el árbol, con voz profunda y calmada.

"No lo sé, Sr. Árbol. Antes jugaba y reía, pero ahora todo me parece gris".

"Quizás necesites un poco de aventura para volver a encontrar la alegría. ¿Te gustaría iniciar un viaje?"

"¿Un viaje?" - preguntó Clara, sorprendida. "Sí. Hay un lugar especial, lleno de colores y risas, que te podría ayudar"

Clara decidió embarcarse en esta aventura. El árbol le dio una brújula mágica que señalaba el camino hacia la felicidad. Mientras caminaba, Clara se encontró con varios amigos que también parecían desanimados.

"Hola, Clara. ¿A dónde vas?" - preguntó su amigo Tomás, que siempre fue inquieto.

"Voy a buscar la alegría. ¿Quieren acompañarme?"

"¡Sí!" - dijeron al unísono.

Los tres amigos siguieron la brújula y llegaron a un prado lleno de flores de colores. Todo parecía hermoso, pero aún así, Clara no sentía nada.

"Miren qué hermoso lugar y yo me siento igual de triste" - se lamentó.

"Quizás si jugamos un rato, te sientas mejor" - sugirió Lía, otra amiga de Clara.

Y así empezaron a jugar a las escondidas, riendo y corriendo entre las flores. Pero a medida que pasaba el tiempo, Clara no lograba sonreír del todo.

Cansados, decidieron descansar bajo un árbol frondoso.

"Clara, ¿qué es lo que te hace sentir así?" - le preguntó Tomás.

"No lo sé, chicos. Pero siento que perdí algo dentro de mí" - respondió Clara con tristeza.

De repente, un hadita apareció entre las ramas del árbol.

"Hola, pequeños. Soy Lila, la hadita de la alegría. ¿Qué les trae por aquí?"

Clara se animó un poco al ver a la hadita.

"Estamos buscando la alegría, pero no la encontramos. ¿Puedes ayudarnos?"

"Por supuesto. La alegría vive en cada uno de ustedes, solo que a veces se necesita un pequeño empujón. Permítanme hacerles un pequeño reto: cada uno de ustedes debe encontrar algo que los haga sonreír en este lugar".

Clara miró a su alrededor y se concentró. Vio a Tomás correr tras una mariposa, a Lía tratar de hacer rebotar un globo de aire con su naricita, y de pronto, algo dentro de ella empezó a despertar una chispa de felicidad. Decidió intentarlo también.

"Voy a intentar ver qué puedo encontrar" - exclamó Clara.

Caminó por el prado, observando cada detalle. Una flor era más colorida que otra, un sol brillante iluminaba todo y la risa de sus amigos resonaba como música. Se agachó, tocó las flores y también empezó a correr tras las mariposas como Tomás.

Cuando volvió a reunirse con sus amigos, Clara se sorprendió al notar que sonreía.

"¿Lo ven? ¡Pude encontrar mi risa!" - exclamó emocionada.

"¡Lo sabía!" - dijo Lila, la hadita. "La alegría estaba en ti, solo necesitabas buscar un poco más allá de lo que veías".

Así, Clara, Tomás y Lía jugaron todo el día entre risas y colores. Al final del día, Clara comprendió que a veces la alegría se oculta detrás de nuestras propias nubes, y que siempre es bueno buscarla junto a nuestros amigos.

Cuando regresaron al pueblo, Clara llevaba en su corazón una nueva lección: la alegría se encuentra en las pequeñas cosas, en ayudar a los demás, en reír y compartir momentos juntos. Desde entonces, nunca más se sintió triste, porque había aprendido que siempre había algo por lo que sonreír y que la risa es contagiosa.

Y así terminó el día en que Clara, la niña triste, se convirtió en Clara, la niña alegre.

FIN.

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