La niña y el cortador de leñas
Había una vez, en un pueblo rodeado de un frondoso bosque, una niña llamada Nina que cada mañana, justo al sonar las campanas de la iglesia, se escapaba de su casa para jugar entre los árboles. Nina adoraba trepar ramas, esconderse detrás de troncos y escuchar el canto de los pájaros. El bosque era su lugar mágico, donde su imaginación volaba libremente.
Pero un día, mientras jugaba en su rincón favorito, escuchó un ruido extraño. Un sonido fuerte y repetido que no parecía un canto de pájaros, sino más bien un golpe seco. Intrigada, corrió hacia el lugar de donde venía el ruido y se encontró con un hombre robusto, con un hacha en la mano, que cortaba árboles.
"¿Por qué cortás los árboles?" - preguntó Nina con una mezcla de curiosidad y tristeza.
"Porque necesito leña para mi casa y para venderla en el pueblo" - respondió el cortador de leñas, sin levantar la vista.
Nina, sintiendo que algo estaba mal, se acercó un poco más y le dijo: "Pero si cortás todos los árboles, el bosque se va a volver triste y vacío. Ya no habrá pájaros ni animales, y tampoco yo podré jugar aquí. ¿No hay otra manera?"
El cortador de leñas se detuvo por un momento y miró a la niña, viendo la pasión en sus ojos. "No pensé en eso. Solo veía mi necesidad" - confesó.
Nina, emocionada, tuvo una idea. "¿Y si hacés algo diferente? Podés plantar nuevos árboles. Yo me encargaré de cuidar de ellos juntos. Así siempre habrá árboles y vos tendrás leña para mucho tiempo. Tendrías un bosque hermoso y lleno de vida. ¡Y me tendrías a mí como amiga!"
El cortador de leñas reflexionó. "Nunca había pensado en plantar árboles. Tal vez tenga razón. Pero... ¿y si no crecen?"
"Los cuidaremos juntos. Yo sé un par de canciones que hacen crecer las plantas más rápido. Además, mi abuela me dijo que si hablamos con ellas, se sienten mejor" - aseguró Nina con una sonrisa.
Después de un instante, el cortador de leñas asintió, sorprendido por la energía de la niña. "Está bien, hagámoslo. Prometo no cortar más árboles. En cambio, plantaré muchos en su lugar."
Y así, el cortador de leñas y Nina comenzaron a trabajar juntos. Todos los días, después de terminar sus tareas, se dedicaban a plantar nuevas semillas en el bosque. Nina se convertía en la guardiana del bosque, cuidando cada planta con esmero. Hablaba con los árboles, les cantaba y se aseguraba de que recibieran suficiente agua.
Con el tiempo, los pequeños árboles comenzaron a crecer y el bosque volvió a llenarse de vida. Aparecieron más pájaros, mariposas y hasta algunos animales que habían estado escondidos volvieron. El cortador de leñas se sentía más feliz que nunca, descubriendo la alegría de cuidar de ese hermoso lugar.
Un día, mientras estaban tomando agua bajo la sombra de un gran roble, el cortador le dijo a Nina: "Gracias por abrirme los ojos. Me di cuenta de que hay felicidad en cuidar de este bosque, y no solo en sacar provecho de él. Eres como un rayo de luz para mí."
"Y tú eres un gran amigo, que ahora tiene un lugar especial en mi corazón. Juntos hacemos que el bosque sea un lugar mejor" - respondió ella con emoción.
Así, Nina y el cortador de leñas no solo preservaron el bosque, sino que se convirtieron en un gran equipo. Juntos enseñaron a los demás del pueblo la importancia de cuidar la naturaleza y el valor de ser amigos del bosque. Desde ese día, el bosque ya no fue solo un lugar para jugar, sino un hogar lleno de magia y vida, gracias a la amistad y a las decisiones que tomaron juntos.
FIN.