La niña y el espantoso Dadivan
En un pequeño pueblo al borde del bosque, lleno de luces brillantes y sonrisas, la Navidad se acercaba rápidamente. Las calles estaban decoradas con cintas de colores y los niños ya estaban preparando cartas llenas de deseos para Papá Noel. Pero había algo que inquietaba a los habitantes: se decía que el espantoso Dadivan, un ser que robaba la alegría de la Navidad, había planeado un ataque para destruir la festividad. Este ser malvado se alimentaba de los sueños rotos y siempre estaba en busca de nuevas formas de hacer sufrir a los niños.
En medio de toda esta preocupación, había una niña llamada Matilda. A ella le encantaba la Navidad: el olor a galletitas recién horneadas, los villancicos y, sobre todo, la magia que traía la temporada. Una tarde, mientras paseaba por el bosque, Matilda escuchó un susurro extraño entre los árboles.
"Matilda, ven aquí..."
Intrigada, siguió el sonido y descubrió a un pequeño elfo llorando.
"¿Por qué lloras, pequeño?" preguntó Matilda.
"Soy Timo, un elfo de la Navidad. El Dadivan ha decidido robar todos los juguetes y la alegría de los niños este año. ¡Nadie podrá disfrutar de la Navidad!"
"¡No podemos dejar que eso pase!" exclamó Matilda. "¿Cómo puedo ayudar?"
Timo, con un brillo de esperanza en los ojos, dijo:
"Debemos encontrar la especial Campana de la Esperanza que tiene el poder de ahuyentar al Dadivan, pero está escondida en su cueva, en la montaña nevada. Necesitamos ser valientes y trabajar juntos".
Matilda, aunque asustada, asintió. Así que se hicieron de valor y partieron hacia la montaña. Allí, enfrentaron muchos desafíos: un camino helado, padres de renos que necesitaban ayuda y obstáculos que parecían imposibles.
"¡Mirá, Timo! esos renos parecen tristes. ¿Podemos ayudarlos?"
"Si, Matilda, pero eso nos quitará tiempo".
"Pero si no ayudamos, ¡tendrán menos alegría para compartir!"
Y así, decidieron ayudar a los renos a encontrar su camino de regreso, lo que les enseñó a trabajar en equipo y ser solidarios. Una vez que los renos volvieron a casa, siguieron con su misión. Finalmente llegaron a la montaña nevada y, con un profundo suspiro, ingresaron a la cueva.
La cueva estaba oscura y fría, pero Matilda no se dejó intimidar y, con determinación, encendió una antorcha. Al fondo, vieron a Dadivan, que estaba rodeado de juguetes robados, observando cómo se desvanecían las sonrisas de los niños.
"¡Detente, Dadivan!" gritó Matilda.
"¿Quién osa interrumpir mis planes?" rugió Dadivan, sus ojos centelleando con furia.
"Soy Matilda y he venido a detenerte. La Navidad no te pertenece.¡Vas a sentir la alegría!"
"¡Bah! La alegría es débil. La tristeza es mi poder" respondió Dadivan.
Aunque asustada, Matilda recordó el valor y la bondad que había aprendido en su viaje.
"La alegría no es débil, es poderosa. Cada risa, cada abrazo, es un ladrillo que construye momentos que brillan en nuestros corazones. ¡No tienes poder aquí!"
Justo esas palabras resonaron en la cueva, y la especial Campana de la Esperanza comenzó a vibrar. Matilda corrió y la tomó. Cuando la hizo sonar, un canto hermoso llenó el aire.
"¡Noooo!" gritó Dadivan, mientras empezaba a desaparecer en sombras.
Las risas de los niños comenzaron a renacer en la cueva y la alegría iluminaba todo a su alrededor. Matilda, emocionada, miró a Timo y al resto de los elfos que habían llegado para ayudar.
- “¡Hicimos! ¡Con amor y alegría vencimos al Dadivan! ”
Con Dadivan derrotado, Matilda, Timo y los elfos regresaron al pueblo. Todos los niños los recibieron con abrazos.
- “¡Gracias, Matilda! ¡Gracias por salvar la Navidad! ”
- “No solo yo, todos lo hicimos juntos. La Navidad es un trabajo en equipo.”
Esa Navidad, todos aprendieron que la alegría y la bondad son fuerzas mucho más poderosas que la tristeza. Matilda, con su valentía y amor, había salvado la Navidad y hecho una nueva amistad a lo largo del camino.
Y así, en el pequeño pueblo, la magia de la Navidad brilló más que nunca, gracias a una niña valiente, a un elfo y a un mensaje que nunca olvidarían: "La verdadera magia de la Navidad está en nuestros corazones y en la forma en que tratamos a los demás".
FIN.