La niña y el guardián del parque





Había una vez en un pequeño pueblo llamado Alegría, una niña muy especial llamada Titi. Titi era conocida por su alegría contagiosa y por siempre estar dispuesta a jugar con sus amigos y con cualquier persona que viera sola.

Un día, mientras caminaba por el parque del pueblo, vio a un anciano sentado en un banco mirando melancólicamente hacia el lago.

Sin dudarlo ni un segundo, Titi se acercó al anciano y le dijo con una sonrisa radiante:- ¡Hola! Soy Titi, ¿quieres jugar conmigo? El anciano la miró sorprendido al principio, pero luego una sonrisa cálida iluminó su rostro arrugado. - Hola, Titi. Soy Don Manuel. Hace mucho tiempo que nadie me proponía jugar.

Me encantaría. Y así fue como Titi y Don Manuel pasaron la tarde jugando al escondite en el parque.

La risa de Titi resonaba entre los árboles y el corazón de Don Manuel se llenaba de alegría al sentirse nuevamente joven. Desde ese día, Titi visitaba a Don Manuel todos los días para jugar juntos. Su amistad floreció y ambos encontraron en el otro compañía y felicidad.

Pero un día llegó la noticia de que el parque sería cerrado para dar paso a la construcción de un nuevo edificio. Titi estaba triste porque significaba que ya no podría ver a Don Manuel todos los días.

Decidida a encontrar una solución, Titi organizó una protesta pacífica junto con sus amigos para salvar el parque. Movilizaron a todo el pueblo y lograron detener la construcción. Don Manuel abrazó emocionado a Titi y le dijo:- Gracias a ti, este lugar seguirá siendo nuestro rincón de juegos y risas.

Titi aprendió que con amor, alegría y determinación se pueden lograr grandes cosas. Siguió alegrando la vida de todos los habitantes del pueblo, enseñándoles que nunca es demasiado tarde para jugar y disfrutar de las pequeñas cosas de la vida.

Y colorín colorado, este cuento aún no ha terminado...

FIN.

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