La Niña y el Lobo Hambriento



En un bosque lleno de árboles altos y flores coloridas, vivía una niña llamada Sofía. Un día, mientras paseaba recogiendo flores para su abuela, se dio cuenta de que alguien la estaba siguiendo. Al voltear, vio a un lobo con un brillo hambriento en sus ojos.

"¡Oh no!" - exclamó Sofía, comenzando a correr.

El lobo, con su andar ágil, la seguía de cerca, pero Sofía decidió no rendirse. Corrió y corrió hasta que sus piernas comenzaron a cansarse.

"¿Por qué me persigues?" - gritó Sofía mientras seguía corriendo.

"¡Tengo mucha hambre!" - respondió el lobo, frenando un segundo para hablar "Pero no quiero hacerte daño. Solo quiero algo para comer."

Sofía, asustada pero también curiosa, se detuvo un momento. La curiosidad pudo más que el miedo.

"¿Por qué no comes de las frutas del bosque?" - sugestión Sofía, mirando las frutas que colgaban de los árboles.

"No me gustan mucho las frutas. Prefiero la carne. Pero tengo un estómago que ruidoso, y no quiero que me sigas teniendo miedo" - respondió el lobo, sintiéndose un poco avergonzado.

Entonces, Sofía pensó en algo que podría ayudar a ambos.

"Si me prometés no comerme, puedo ayudarte a encontrar algo que te guste. ¿Qué te parece?" - propuso Sofía con valentía.

El lobo, sorprendido por la proposición, respondió:

"¡Está bien! Me parece un trato justo."

"Perfecto. Vamos a buscar algo que satisfaga tu hambre."

Ambos comenzaron a caminar por el bosque, Sofía liderando el camino mientras el lobo la seguía, con su estómago roncando.

Mientras andaban, Sofía explicó:

"El bosque está lleno de maravillas. Mirá, hay bayas, nueces y setas. Tal vez podamos recolectar algo para prepararte una buena comida."

El lobo, entusiasmado, comenzó a buscar junto a Sofía y encontraron una canasta llena de frutos silvestres. Pronto, el lobo ya no parecía tan hambriento.

"¡Esto está delicioso!" - exclamó el lobo, mientras disfrutaba de las bayas.

"¿Ves? Hay muchas opciones ricas en el bosque que no son carne. Solo hay que saber dónde buscar" - sonrió Sofía.

Al terminar de comer, el lobo se sintió agradecido. Pero también se dio cuenta de que la amistad era mejor que perseguir a alguien.

"Gracias, Sofía. Me has enseñado que hay cosas mucho más ricas que seguir asustando o persiguiendo a otros. ¿Podemos ser amigos?" - preguntó el lobo con una sonrisa sincera.

"Me encantaría tener un amigo como vos" - respondió Sofía, sonriendo.

Desde ese día, Sofía y el lobo se hicieron grandes amigos. Sofía le enseñó al lobo a disfrutar de las delicias del bosque, y el lobo, a su vez, la protegió cada vez que algo extraño ocurría en el bosque.

Aprendieron que la verdadera amistad se construye a partir de la confianza y la comprensión. Juntos, vivieron numerosas aventuras en el bosque, siempre recordando que la unión hace la fuerza y que es bueno ayudar a los demás.

Y así, el bosque se convirtió en su hogar feliz, donde compartían risas y comidas, rodeados de amistad y amor por la naturaleza.

FIN.

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