La niña y el oso



Érase una vez, en un frondoso y brillante bosque, una niña llamada Luna. Tenía una risa contagiosa y una curiosidad insaciable por descubrir todo lo que la rodeaba. Un día, mientras exploraba el bosque, escuchó un suave rugido que provenía de un arbusto cercano.

"¿Qué será eso?" pensó Luna, acercándose lentamente. Al asomarse, se encontró con un oso de pelaje marrón y ojos brillantes. El oso se llamaba Bruno y estaba atrapado en una trampa olvidada.

"¡Ayuda!" - gritó Bruno, con una voz temblorosa"No puedo salir de aquí".

Luna, a pesar de su sorpresa, decidió ayudar a Bruno. "No te preocupes, ¡yo te ayudaré!" - respondió, buscando cómo liberar al oso. Con mucho cuidado, utilizó una rama para hacer palanca y, tras algunos intentos, logró abrir la trampa.

"¡Gracias, pequeña!" - exclamó Bruno, aliviado. "No sé qué hubiera hecho sin ti".

Luna sonrió. "Me alegra haberte ayudado. Pero, ¿por qué estabas tan cerca de esa trampa?" - preguntó, intrigada.

Bruno suspiró. "Desde que los humanos comenzaron a entrar al bosque, muchas trampas aparecieron. A veces, se llevan a mis amigos".

Luna se puso triste al escuchar esto. "Eso no es justo. ¡El bosque es el hogar de todos!" - enfatizó.

Decidida a ayudar a Bruno y a los demás animales, formaron un plan. "¡Vamos a educar a los humanos sobre la importancia del bosque y de cuidar a sus habitantes!" - propuso Luna.

Los dos amigos se adentraron en el bosque, recolectando hojas y haciendo carteles coloridos. Luna escribió mensajes que decían: "¡Cuidemos nuestro hogar!" y "¡Los animales también son amigos!". Bruno pintó dibujos de sus amigos animales.

Con los carteles en alto, se acercaron a la aldea. La gente quedó sorprendida al ver a una niña con un oso gigante. "¿Qué están haciendo aquí?" - preguntó un agricultor, asombrado.

Luna, sin dudar, les explicó su misión. "¡Queremos que entiendan que el bosque y sus animales son importantes!" Les contó sobre las trampas y cómo estaban dañando el hogar de Bruno y sus amigos.

La gente, al principio incrédula, comenzó a escuchar y a interesarse por la historia. Algunos niños, al ver a Bruno, se acercaron con una gran sonrisa. "¡Es tan lindo!" - dijeron, maravillados.

"¿Pueden ayudarnos?" - pidió Luna a las personas "¡Podemos hacer algo juntos!".

Luego de unas horas de intercambio de ideas, todos acordaron organizar un día de limpieza en el bosque. Los adultos y niños se comprometieron a llevarse su basura, deshacer trampas y plantar árboles.

El día de la limpieza llegó. Con bolsas y guantes, los aldeanos, junto a Luna y Bruno, comenzaron a recolectar basura. Mientras trabajaban, contaban historias sobre las maravillas del bosque. Bruno les mostró su hogar y los lugares mágicos donde jugaban los animales.

Al final del día, el bosque quedó radiante. "¡Lo logramos!" - exclamó Luna, feliz "Ahora el bosque estará más seguro para todos".

Bruno, emocionado, abrazó a Luna con una pata. "Eres una gran amiga, Luna. Gracias por cuidar de mí y de mi hogar".

Desde aquel día, la aldea y el bosque vivieron en armonía. Los humanos aprendieron a respetar y amar la naturaleza, y frecuentemente volvían a organizar actividades con Luna y Bruno, creando un vínculo mágico entre el bosque y el pueblo.

Y así, la niña y el oso, unieron a dos mundos que antes no se entendían, mostrándoles que juntos podían hacer una gran diferencia en la vida de todos.

FIN.

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