La niña y la mariposa
, siempre estaba corriendo de un lado para otro y no podía quedarse quieta ni por un segundo.
Sus padres se preocupaban porque pensaban que su hija era hiperactiva, pero la verdad es que Annita simplemente tenía mucha energía y ganas de explorar el mundo. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Annita encontró una mariposa herida en el suelo. La pobre criatura no podía volar y parecía estar sufriendo mucho.
Annita se sintió muy triste al verla así y decidió llevarla a casa para cuidarla. - ¿Qué vas a hacer con esa mariposa? -preguntó su amigo Tomás. - La voy a cuidar hasta que se recupere -respondió Annita con determinación.
En casa, Annita construyó un pequeño refugio para la mariposa y le dio agua y comida todos los días. Pasaron varios días y la mariposa comenzó a recuperarse lentamente.
Un día, cuando Annita abrió el refugio para darle de comer, la mariposa salió volando hacia el cielo. - ¡Mira! ¡La mariposa está volando otra vez! -exclamó emocionada Annita. A partir de ese momento, algo cambió dentro de ella.
Se dio cuenta de que había ayudado a una criatura necesitada y eso hizo que se sintiera muy bien consigo misma. Empezó a interesarse más en las cosas pequeñas del mundo: las flores del jardín, las nubes en el cielo o los pájaros cantando en los árboles.
Un día, mientras caminaba por el bosque cerca de su casa, Annita encontró un nido de pájaros abandonado. Los huevos estaban fríos y los pajaritos no habían nacido todavía.
Annita decidió llevarse el nido a casa y cuidarlo hasta que los polluelos salieran del cascarón. - ¿Cómo vas a hacer eso? -preguntó su mamá. - Voy a calentar los huevos con una lámpara para que puedan eclosionar -respondió Annita con entusiasmo.
Y así fue como Annita se convirtió en la protectora de aquellos pequeños seres. Cuidaba el nido con mucho esmero, les daba alimento y agua todos los días y esperaba pacientemente a que los polluelos salieran del huevo.
Y cuando finalmente lo hicieron, ella estaba allí para recibirlos con alegría. Annita había descubierto una nueva pasión en su vida: ayudar a las criaturas más necesitadas del mundo. Ya no era una niña inquieta sin rumbo, sino alguien que tenía un propósito claro en la vida.
Y aunque seguía siendo una persona llena de energía y ganas de explorar el mundo, ahora sabía que podía canalizar esa energía hacia algo positivo y constructivo.