La Niña y los Dulces Mágicos



Había una vez una niña llamada Lila que amaba los dulces más que nada en el mundo. Cada día, al salir de la escuela, se compraba caramelos, gomitas y chocolates. "¡Mmm, qué ricos!"- se decía mientras disfrutaba de su merienda azucarada. Sin embargo, Lila no le prestaba atención al deporte. No le gustaba correr ni jugar a la pelota. Siempre prefería estar sentada, saboreando sus golosinas en lugar de jugar con sus amigos en el parque.

Un día, mientras Lila estaba en su lugar favorito del parque, sintió que su estómago retumbaba. "¡Oh no! ¿Qué me pasa?"- pensó asustada. Fue entonces cuando conoció a un simpático perro llamado Max. "Hola, Lila. Me parece que quizás comiste demasiados dulces hoy. ¿Por qué no venís a jugar conmigo?"- sugirió Max. Lila miró a su alrededor y vio a otros niños corriendo, saltando y divirtiéndose. "No sé si puedo, Max. No soy buena en los deportes"-, respondió un poco tímida.

Max, con una sonrisa, le dijo: "No importa si no eres buena. Lo importante es divertirse!"- Así que Lila, decidida, decidió intentarlo. Al principio se cansó muy rápido, pero con cada juego se sintió más fuerte y feliz. "¡Esto es divertido!"- exclamó. Lila se dio cuenta de que hacer deporte no solo le hacía bien a su cuerpo, sino que también era muy divertido. Desde entonces, Lila encontró un equilibrio entre sus dulces favoritos y el tiempo de juego. Aprendió que la vida era aún más dulce cuando estaba activa y se rodeaba de amigos.

FIN.

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