La niña y su estrella



Había una vez una niña llamada Sofía, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Cada noche, Sofía miraba el cielo y observaba las estrellas. Tenía una estrella favorita, que brillaba más que las demás. La llamaba 'Estrella Brillante'. Un día, mientras soñaba despierta en su jardín, escuchó un susurro que provenía de esa estrella.

"¿Sofía?" - dijo la Estrella Brillante con una voz suave. "¿Te gustaría venir a jugar al cielo conmigo?"

Sofía no podía creer lo que escuchaba. "¿Puedo volar hasta allá?"

"Claro que sí, pero necesitas aprender a creer en ti misma. Solo así conseguirás desplegar tus alas" - respondió la estrella.

Sofía se llenó de emoción. Pasó todo el día pensando en las aventuras que podría vivir en el cielo. Pero cuando intentó saltar alto, se dio cuenta de que no podía volar. Desilusionada, se sentó en su jardín.

"¿Qué hago, Estrella Brillante?" - preguntó, sin saber qué hacer.

"Tienes que aprender a soñar en grande, Sofía. A veces, para llegar lejos, hay que empezar desde abajo. ¿Qué es lo que más te gusta hacer?"

"Me encanta pintar y contar historias a mis amigos" - respondió Sofía.

La Estrella Brillante sonrió. "¡Eso es perfecto! Comienza a usar tu creatividad, y verás que todo se hace más posible."

Inspirada, Sofía comenzó a pintar hermosos paisajes de montañas y estrellas en su cuaderno. Cada día, visitaba el jardín y dejaba volar su imaginación. Un día, decidió organizar una exposición de sus pinturas en la plaza del pueblo.

Cuando el día de la exposición llegó, tuvo miedo. "¿Y si a nadie le gusta?" - pensó mientras se preparaba. Pero recordó las palabras de la Estrella Brillante y se armó de valor.

"¡Voy a hacerlo!" - se dijo a sí misma. Con la ayuda de sus amigos, colgaron las pinturas y decoraron la plaza con luces y flores.

Los habitantes del pueblo comenzaron a acercarse. Sofía se sintió nerviosa, pero mientras las personas miraban sus obras, empezó a escuchar comentarios entusiastas.

"¡Mirá cuán colorido es!" - decía una señora.

"Nunca había visto algo tan bello!" - añadió un niño.

Sofía sonrió al escuchar estos elogios, y esa sonrisa la llenó de confianza. Estaba tan emocionada que incluso comenzó a contar historias sobre cada una de sus pinturas.

Cuando terminó la exposición, la plaza estaba llena de risas y aplausos. La Estrella Brillante, desde el cielo, observaba con alegría. En ese momento, Sofía se dio cuenta de que no necesitaba volar para alcanzar sus sueños; ya estaba comenzando a lograrlo con su creatividad y su valentía.

Esa noche, mientras miraba el cielo, le habló a su estrella:

"¡Lo logré!"

"Sí, y esto es solo el principio, Sofía. La creatividad y la fe en uno mismo son las alas que te llevarán lejos. Sigue soñando y nunca dejes de creer en ti misma" - respondió la Estrella Brillante.

Desde entonces, Sofía siguió pintando, contando historias y nunca dejó de mirar el cielo, sabiendo que su estrella siempre estaría ahí para guiarla en cada nuevo sueño que quisiera alcanzar.

FIN.

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