La niña y su mascota aventurera
Había una vez una niña llamada Lola que vivía en un pequeño pueblo rodeado de colinas y ríos. Su mascota, un perro llamado Max, era su mejor amigo. Eran inseparables y pasaban horas explorando los alrededores. Un día, mientras jugaban en el parque, Max se detuvo a olfatear algo interesante.
"¿Qué encontraste, Max?" - preguntó Lola curiosa.
Max ladró y comenzó a correr hacia un arbusto espeso. Lola lo siguió, preguntándose qué podría haberle llamado la atención a su perro.
Cuando llegaron al arbusto, descubrieron una pequeña puerta oculta
"¡Mirá, Max! ¿Te imaginas a dónde lleva esto?" - dijo Lola emocionada.
Max ladró de nuevo, como si estuviera de acuerdo.
Con un poco de esfuerzo, Lola logró abrir la puerta y encontró un túnel oscuro que bajaba.
"Esto es una aventura, Max. ¡Vamos a ver qué hay!" - exclamó, mientras encendía su linterna.
Max la siguió con un ladrido entusiasta.
El túnel parecía llevarlos a un mundo completamente diferente. Al salir, se encontraron en un bosque mágico, lleno de árboles gigantes y criaturas fantásticas.
"¡Esto es increíble!" - gritó Lola.
Max, con la cola en alto, empezó a correr y a jugar entre las hojas.
De repente, vieron un grupo de animales que parecían estar en apuro. Un conejo atrapado en una trampa y un pájaro que no podía volar.
"¡Tenemos que ayudarles, Max!" - dijo Lola, lembrando las enseñanzas de su mamá sobre ser un buen amigo y ayudar a quienes lo necesitan.
Con mucho cuidado, Lola se acercó al conejo.
"No te preocupes, amigo, te sacaré de aquí" - le susurró.
Usando un palo, logró abrir la trampa y el conejo salió brincando feliz.
"Gracias, gracias!" - dijo el conejo, emocionado.
Luego, se acercaron al pájaro.
"¿Qué te pasó?" - preguntó Lola.
"Me lastimé el ala y no puedo volar" - respondió el pájaro con una voz temblorosa.
"Vamos a ayudarte. Tal vez podamos hacer un vendaje con algo de tela de mi camiseta" - sugirió Lola.
Con gran cuidado, Lola hizo un vendaje y lo colocó en el ala del pájaro.
"Trialo a ver si puedes volar ahora" - dijo emocionada.
El pájaro aleteó un poco, probando su ala, y al ver que podía volar, dio un giro en el aire, feliz.
"¡Eres la mejor! Gracias, Lola" - cantó el pájaro antes de surcar el cielo.
Lola y Max se sintieron muy felices.
"¡Lo hicimos, Max!" - exclamó, abrazando a su perro.
"¿Qué más podremos hacer hoy?" - se preguntó.
De repente, escucharon un ruido extraño que venía desde un arbusto cercano.
"¿Qué será eso?" - preguntó Lola, sintiendo un poco de curiosidad pero también de miedo.
Max empezó a ladrar.
"¡Es solo un ratón! No hay que asustarse." - le dijo Lola, pero al acercarse, el ratón habló.
"¡Ayuda, por favor! Soy un ratón perdido y no sé cómo volver a mi casa" - sollozó el pequeño.
"No te preocupes, amigo. Te ayudaremos a encontrar tu hogar" - aseguró Lola.
La niña, Max y el ratón, decidieron juntos explorar el bosque mágico, ayudando a otros animales que en el camino necesitaban su asistencia.
Luego de varias aventuras, y con la ayuda del pájaro sanado, lograron llevar al ratón de vuelta a su hogar.
"Gracias por ser tan buenos amigos" - dijo el ratón emocionado.
Finalmente, la tarde comenzaba a caer y Lola y Max sabían que era hora de volver a casa.
"Fue un día maravilloso, Max. Hicimos amigos y ayudamos a muchos" - dijo Lola, sintiendo que su corazón estaba lleno de felicidad.
Max ladró en señal de acuerdo, mientras volvían a la pequeña puerta del túnel.
Cuando llegaron a casa, Lola abrazó a Max y le dijo:
"Siempre seré tu mejor amiga y nuestra vida será una gran aventura como la de hoy".
Y así, desde aquel día, cada vez que necesitaban un poco de magia, solo tenían que buscar esa pequeña puerta en el arbusto que los llevaría a nuevas aventuras llenas de aprendizajes y buenas acciones.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.