La niña y su pato soñado



Había una vez en un tranquilo pueblo en las afueras de Buenos Aires, una niña llamada Martina que estaba obsesionada con la idea de tener un pato como mascota. Todos los días le pedía a sus padres que le compraran un pato, pero ellos siempre se negaban, argumentando que era una mascota poco común y difícil de cuidar. Martina no entendía el motivo y decidió tomar cartas en el asunto.

Un día, mientras paseaba por el parque, Martina vio un hermoso pato nadando en el estanque. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia el pato y comenzó a hablarle.

"Hola patito, ¿cómo estás? Soy Martina y quiero tenerte como mi mascota. Mis padres no quieren comprarme un pato, pero yo sé que tú y yo seríamos los mejores amigos", dijo Martina con una sonrisa.

El pato, aunque no entendía las palabras de la niña, la miraba atentamente y parecía comprenderla. Martina pasó horas junto al pato, prometiéndole que haría todo lo posible para convencer a sus padres de que la dejaran tenerlo.

Al llegar a casa, Martina se sentó con sus padres y les explicó con lágrimas en los ojos lo importante que era para ella tener un pato. Sus padres, conmovidos por la determinación de su hija, finalmente cedieron y accedieron a comprarle un pato.

Martina estaba radiante de felicidad. Corrió al parque para contarle la noticia al pato, quien parecía feliz de haber encontrado a alguien que lo quisiera tanto.

El pato se convirtió en la mascota más especial que Martina podría desear. Juntos exploraban el parque, jugaban en el jardín y se convertían en la envidia de todos los niños del vecindario. Martina aprendió la responsabilidad de cuidar a su pato, siempre asegurándose de que tuviera suficiente comida, agua y amor.

Con el tiempo, Martina y su pato se hicieron inseparables. La niña aprendió sobre el valor de la perseverancia y la importancia de luchar por lo que uno quiere. Su amor por su pato la ayudó a madurar y a comprender que con esfuerzo y determinación, los sueños pueden hacerse realidad.

FIN.

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