La Nobleza del Corazón de Maruja



Había una vez en un viejo castillo, la Bruja Maruja, una bruja diferente a las demás. A diferencia de las brujas malvadas de los cuentos, Maruja era buena y amable.

Le encantaba hacer hechizos para ayudar a la gente del reino y cuidar de todos los gatos callejeros que encontraba. Un día, mientras paseaba por el jardín del castillo, Maruja vio a lo lejos a la princesa Isabella montando su caballo blanco.

La princesa lucía radiante con su corona brillante y su vestido de seda. Maruja suspiró al verla y pensó en lo maravilloso que sería ser como ella: una princesa llena de gracia y elegancia.

Decidida a cumplir su sueño, Maruja se puso manos a la obra. Con su caldero burbujeante y sus ingredientes mágicos, preparó un hechizo especial para transformarse en una princesa. Pronunció las palabras mágicas con determinación y sintió cómo su cuerpo se llenaba de luz dorada.

Al abrir los ojos, Maruja se miró en el espejo y no podía creer lo que veía: ¡se había convertido en una hermosa princesa! Su vestido brillaba como las estrellas en el cielo y una corona adornaba su cabeza. Estaba radiante.

Emocionada, salió al jardín donde se encontró con la princesa Isabella. "-¡Hola, princesa! Soy Maruja", dijo con una reverencia. La princesa Isabella la miró sorprendida y luego sonrió amablemente.

"-¡Encantada de conocerte, Maruja! ¿Cómo has logrado esta transformación?", preguntó curiosa. Maruja le contó todo sobre su deseo de ser como ella y el hechizo que había realizado.

La princesa Isabella escuchaba atentamente y luego le dijo: "-Ser princesa va más allá de llevar una corona o un vestido bonito. Ser princesa es tener un corazón noble y valiente, es ayudar a los demás sin esperar nada a cambio". Maruja reflexionó sobre las palabras de la princesa Isabella y comprendió que tenía razón.

Ser princesa no significaba cambiar quien eres por fuera, sino demostrar tu verdadera nobleza desde adentro hacia afuera. Decidió romper el hechizo que la convertía en princesa y volvió a ser la Bruja Maruja que todos conocían y querían en el reino.

Siguió haciendo hechizos para ayudar a los demás y cuidando de sus adorados gatos callejeros. Desde ese día, todos en el reino aprendieron que no importa cómo te veas por fuera; lo importante es cómo eres por dentro.

Y así fue como la Bruja Maruja enseñó una valiosa lección inspiradora a grandes y chicos: sé siempre tú mismo porque eso es lo más valioso que puedes ofrecer al mundo.

FIN.

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