La noche de Halloween en la biblioteca



Era un día soleado en el colegio de Tomás. Todos estaban emocionados porque se iba a celebrar Halloween. Tomás estaba muy ansioso por la fiesta, quería disfrazarse de vampiro y pasar una noche llena de diversión con sus amigos.

Cuando llegó al colegio, vio que la biblioteca estaba decorada con calabazas y murciélagos. Era el lugar donde se realizarían las pruebas para los niños de tres años.

La maestra les explicó que cada uno debía superar tres pruebas fáciles para ganar un premio especial. Tomás se reunió con sus amigos Martina y Juanito. Juntos formaron un equipo para enfrentar las pruebas. -¡Vamos chicos! Tenemos que encontrar la calabaza escondida en los libros -dijo Tomás emocionado.

Los tres comenzaron a buscar entre las estanterías llenas de libros. Después de unos minutos, Martina encontró la calabaza detrás del libro "Caperucita Roja". -¡Lo logramos! ¡Pasamos la primera prueba! -exclamaron los niños felices.

La siguiente prueba consistía en armar un rompecabezas gigante con imágenes de monstruos. Los niños se pusieron manos a la obra y pronto terminaron el rompecabezas. -¡Ya casi lo tenemos! ¡Sólo falta una pieza! -dijo Juanito buscando desesperadamente entre las piezas esparcidas por el suelo.

Finalmente, encontraron la última pieza debajo del sillón y completaron el rompecabezas justo a tiempo. -¡Increíble chicos! Ya pasamos dos pruebas, solo nos queda una más -dijo Tomás emocionado.

La última prueba consistía en encontrar una llave escondida en un libro misterioso. Debían leer las pistas para descubrir cuál era el libro correcto. Los niños se sentaron alrededor de la mesa y comenzaron a leer las pistas con atención. Después de mucho pensar, Tomás tuvo una idea.

-¡Chicos, creo que sé cuál es el libro! -exclamó Tomás emocionado. Corrieron hacia la estantería y encontraron el libro "El tesoro perdido". Dentro del libro había una pequeña llave dorada.

-¡Lo hicimos! ¡Superamos todas las pruebas! -gritaron los amigos llenos de alegría. La maestra felicitó a los niños por su trabajo en equipo y les entregó sus merecidos premios: unos bolsitos llenos de dulces y juguetes temáticos de Halloween. Tomás, Martina y Juanito disfrutaron toda la noche de la fiesta.

Bailaron, jugaron y compartieron risas con sus compañeros. Fue una noche inolvidable llena de magia y aventuras. Desde ese día, Tomás aprendió que trabajando en equipo y poniendo todo su esfuerzo podía superar cualquier desafío.

Y así, cada Halloween recordaba aquella increíble experiencia en la biblioteca del colegio.

FIN.

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