La noche de hechizos peligrosos


Era una noche de viernes y las amigas de Firulais, Lola, Mía y Sofía habían decidido hacer una pijamada en su casa. Habían preparado palomitas, dulces y bebidas para pasar una noche divertida juntas.

Después de ver algunas películas y contar historias de miedo, se pusieron a jugar al escondite en la oscuridad. Pero algo extraño comenzó a suceder. Las luces parpadearon y los objetos parecían moverse solos. -¿Qué está pasando? -preguntó Lola asustada.

-No lo sé -respondió Firulais con voz temblorosa-. ¡Esto es muy raro! De repente, escucharon un sonido extraño que venía del sótano. Las chicas se miraron entre sí con preocupación.

¿Sería un fantasma? Decidieron ir juntas hacia el sótano para investigar lo que estaba sucediendo. Cuando llegaron allí abajo, encontraron una caja antigua llena de libros antiguos. -¡Miren esto! -exclamó Sofía emocionada-.

¡Son libros sobre magia! Las chicas comenzaron a hojear los libros y descubrieron hechizos interesantes que nunca habían visto antes. Sin embargo, mientras leían uno de ellos en voz alta, algo extraño comenzó a ocurrir.

Un viento frío sopló desde la ventana abierta detrás de ellas y las páginas del libro empezaron a volar por todo el sótano como si tuvieran vida propia. De repente todas las puertas se cerraron violentamente dejándolas encerradas allí adentro. -¡Estamos atrapadas! -gritó Mía.

Las chicas estaban aterrorizadas, pero luego se dieron cuenta de que debían trabajar juntas para encontrar una solución. Entonces recordaron un hechizo que habían leído en uno de los libros y decidieron intentarlo juntas. -¡Abracadabra! ¡Ábrete puerta! -dijeron las chicas al unísono mientras tocaban la puerta con sus varitas mágicas improvisadas (palillos chinos).

Para su sorpresa, la puerta se abrió lentamente y las chicas corrieron hacia la escalera para salir del sótano. Cuando llegaron arriba, se encontraron con el padre de Firulais, quien había estado despierto toda la noche trabajando en su laboratorio.

-¿Qué están haciendo aquí? -preguntó él con una sonrisa en su rostro-. ¿Tuvieron una buena noche? Las chicas explicaron lo que había sucedido y el padre de Firulais les explicó que no existen fantasmas ni magia real.

Todo lo que habían experimentado era simplemente producto de su imaginación asustada. Aunque al principio se sintieron decepcionadas por descubrir que todo era falso, pronto comprendieron el valor de trabajar juntas como equipo y enfrentar sus miedos.

Decidieron disfrutar del resto de su pijamada sin más sustos y prometieron siempre estar allí para apoyarse mutuamente en cualquier situación difícil.

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