La Noche de la Bondad



Era una noche mágica en el pequeño pueblo de La Esperanza. La estrella de Belén brillaba con fuerza en el cielo, iluminando el vecindario y llenando el aire de calidez. Todos los niños esperaban ansiosos la llegada de los Reyes Magos, deseando encontrar regalos a la mañana siguiente. Entre ellos estaba Tomás, un niño que siempre había creído en la magia de esta noche.

Tomás era conocido por su bondad. Cada año, guardaba parte de sus juguetes para dárselos a otros niños que no tenían. Esa noche, mientras sus amigos hacían listas de deseos, él pensaba en lo que podría compartir.

"Tengo que hacer algo especial esta vez", decidió Tomás.

Sin embargo, había un pequeño problema. Don Ramiro, un señor del barrio, había caído en problemas. Su perro, Pipo, se había perdido y el anciano estaba muy triste. Tomás, sintiendo el dolor de Don Ramiro, fue a ayudarle.

"Don Ramiro, no se preocupe. Voy a buscar a Pipo", le dijo Tomás con una sonrisa.

"Pero, Tomás, es de noche. Es peligroso", respondió Don Ramiro.

"No importa, yo sé que puedo encontrarlo. ¡La estrella de Belén me guiará!", insistió con confianza.

Tomás salió a la búsqueda. Caminó y caminó, y al llegar a un parque cercano, escuchó un ladrido familiar. Al asomarse por un arbusto, ¡ahí estaba Pipo!"¡Pipo!", gritó Tomás emocionado.

El perrito corría hacia él, saltando de alegría. Tomás lo abrazó y regresó a casa de Don Ramiro mientras el cielo lucía aún más hermoso.

"¡Pipo! ¡Lo has encontrado!", exclamó Don Ramiro con lágrimas de felicidad.

"Lo hice con la ayuda de la estrella", dijo Tomás.

Esa noche, mientras todos los niños soñaban con regalos, Tomás se sentía feliz por haber hecho un acto de bondad. La mañana siguiente, al despertar, encontró un paquete bajo su almohada. Pero no solo eso, en su puerta había un pequeño regalo de Don Ramiro: un juguete que había pertenecido a su infancia.

"¡No puedo creerlo!", saltó Tomás. "¡Este es mi regalo más especial!"

Tomás entendió que un acto de bondad puede inspirar a otros. Ese día, decidió organizar una fiesta sorpresa para todos los niños del barrio, junto a Don Ramiro, que se convirtió en su compañero de aventuras. Juntos invitaron a todos a celebrar la bondad y la amistad.

La fiesta fue un éxito. Había juegos, risas y, por supuesto, un buen montón de juguetes para compartir. Los niños aprendieron que la verdadera magia de la noche de Reyes no estaba solo en los regalos, sino en llevar alegría a los demás.

"Hoy aprendí que cada acto de bondad provoca otro acto de bondad", dijo Tomás en la fiesta.

"Sí, como la estrella de Belén que nos alumbra y nos calienta el corazón", agregó Don Ramiro.

Y así, cada año en La Esperanza, la Noche de la Bondad se convirtió en una tradición, recordando que la esperanza y la bondad pueden cambiar el mundo, un gesto a la vez.

Tomás nunca dejó de creer en la magia de la bondad y enseñó a todos a ver la luz en la oscuridad, siempre guiados por la estrella de Belén.

FIN.

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