La noche de la empijamada y el misterio del fantasma



Era una noche fría y lluviosa en la escuela Carlos Villa. Los niños de cuarto grado estaban emocionados porque era la noche de la empijamada. Había colchones tirados por el suelo, bolsas de dormir y muchas golosinas.

Los chicos estaban charlando y riendo, disfrutando de la noche de amigos. En medio de la diversión, comenzaron a escuchar ruidos extraños y ver sombras moviéndose por el pasillo.

Al principio, pensaron que era solo su imaginación, pero pronto se dieron cuenta de que algo extraño estaba sucediendo. De repente, un suave resplandor apareció en la habitación y un fantasma flotante se materializó ante sus ojos. Algunos niños entraron en pánico, gritando y escondiéndose bajo las mantas, mientras otros quedaron paralizados de miedo.

-¡Tranquilos, chicos! ¡No hay razón para asustarse! - exclamó valientemente Martín, el más audaz del grupo. -¿Cómo podemos no asustarnos si hay un fantasma en medio de la habitación? ¡Esto no puede ser real! - gritó Ana con lágrimas en los ojos.

-Yo conozco esta historia. Es el fantasma del viejo conserje que solía cuidar la escuela. Se dice que vaga por aquí desde que falleció hace muchos años -explicó Martín con calma. Todos escuchaban atentamente. -Pero no es un fantasma malo.

Al contrario, el abuelo del conserje cuida de la escuela y de todos nosotros. Solo necesita resolver algo para poder descansar en paz -continuó Martín. Los niños estaban fascinados por la historia, la tensión empezaba a disiparse.

Decidieron ayudar al fantasma a resolver su problema. A medida que avanzaba la noche, juntaron pistas y descifraron acertijos, hasta que finalmente lograron ayudar al espíritu a encontrar la paz que tanto ansiaba.

Al amanecer, el suave resplandor se desvaneció, el fantasma del viejo conserje se desvaneció con una sonrisa en el rostro. Los niños se abrazaron emocionados, felices de haber vivido una aventura emocionante juntos.

Esa noche, aprendieron que la valentía, la amistad y la empatía pueden vencer cualquier miedo, incluso al más formidable de los fantasmas.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!