La Noche de la Gata Aventurera


Fátima y Sheila eran dos amigas inseparables. Les encantaba pasar tiempo juntas, ya fuera jugando, haciendo manualidades o simplemente charlando. Así que un día decidieron hacer algo especial: ir al parque y hacer un picnic.

-¿Qué vamos a llevar para comer? - preguntó Fátima emocionada. -Yo puedo traer sándwiches de jamón y queso- respondió Sheila. -Y yo puedo preparar una ensalada de frutas- propuso Fátima. Con la comida lista, las dos chicas se dirigieron al parque.

Encontraron un lugar hermoso bajo un árbol y extendieron una manta en el suelo. Comenzaron a disfrutar de su deliciosa comida mientras conversaban animadamente.

-A mí me gusta mucho el parque porque podemos estar en contacto con la naturaleza- dijo Fátima. -Sí, es verdad. Además, podemos respirar aire fresco y hacer ejercicio al mismo tiempo- agregó Sheila.

Después de terminar su comida, las chicas jugaron a la pelota por un rato y luego regresaron a casa para continuar con su plan: hacer una pijamada. En la casa de Fátima prepararon palomitas de maíz y refresco, se pusieron cómodas en sus pijamas favoritas y comenzaron a ver películas divertidas. Pero entonces ocurrió algo inesperado...

-Deténganse chicas, escuché ruidos extraños afuera- dijo Sheila asustada. Las dos chicas se acercaron a la ventana para ver qué estaba pasando. Vieron que había una gata callejera tratando de entrar por la ventana abierta de la cocina.

-Pobrecita gatita, debe tener hambre- comentó Fátima. -Sí, deberíamos darle algo de comer- dijo Sheila. Las dos chicas buscaron comida para gatos en la despensa y le ofrecieron un plato a la gata.

Ella comenzó a comer con ansias y luego se acurrucó al lado de ellas en el sofá. -Ahora sí podemos seguir viendo películas tranquilas- dijo Fátima sonriendo. -Ya sé qué título poner: "La Dama y el Vagabundo"- propuso Sheila. Las tres amigas pasaron una noche divertida e inolvidable juntas.

Al día siguiente llevaron a la gatita al veterinario para asegurarse de que estuviera bien y buscarle un hogar amoroso. Fátima y Sheila aprendieron que siempre es importante ayudar a los demás, incluso si son animales callejeros.

Además, descubrieron que las mejores aventuras pueden ocurrir cuando menos lo esperan.

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