La Noche de las Calabazas Brillantes



Era una noche de Halloween en el pequeño pueblo de Villaluz. Los niños estaban emocionados por salir a hacer trick-or-treating, recorriendo las casas decoradas con telarañas y fantasmas de papel. En el centro del pueblo, había una leyenda que hablaba de una calabaza mágica que iluminaba el camino de aquellos que eran valientes de corazón.

Esa noche, dos amigos, Tomi y Lila, decidieron aventurarse más allá de su zona de confort. Tomi, con su caja de dulces vacía, le dijo a Lila:

"¿Te imaginas si encontramos la calabaza mágica? Podríamos tener un montón de dulces y fama en el pueblo."

Lila, con un brillo de emoción en sus ojos, respondió:

"Sí, pero dicen que hay que ser muy valiente para encontrarla. ¡Vamos! ¡No podemos dejar pasar esta oportunidad!"

Mientras caminaban, la noche se tornaba oscura, y la luna llena iluminaba su camino. Pasaron por la casa de Doña Clara, una amable anciana que siempre les daba galletitas, y decidieron detenerse a saludarla.

"¡Tomi, Lila! ¿Qué hacen tan tarde por aquí?" preguntó Doña Clara.

"Vamos a buscar la calabaza mágica, Doña Clara. ¡Deseenos suerte!" exclamó Tomi.

"Recuerden, queridos, que la valentía no se mide solo por lo que se hace, sino también por lo que se siente en el corazón. Cuídense mucho."

Despidieron a Doña Clara y continuaron su búsqueda. Unos pasos después, escucharon un ruido extraño proveniente de un viejo cobertizo. Lila, sintiendo que no podían dar marcha atrás, dijo:

"Tomi, ¿te animás a mirar? Puede ser parte de la aventura."

"Tenés razón. ¡Vamos juntos!" respondió Tomi, con un poco de nervios.

Al abrir la puerta del cobertizo, encontraron algo inesperado. No era un monstruo ni un fantasma, sino un pequeño gato negro, que se quedó mirándolos con curiosidad.

"¡Ahhh!" gritó Lila, saltando hacia atrás.

"No te asustes, Lila. Solo es un gato. Creo que se perdió. Más bien, parece que nos está guiando a algún lado."

El gato negro, viendo que los chicos no se marchaban, comenzó a andar y se detuvo en un claro del bosque. Allí, a la luz de la luna, había una calabaza grande y brillante, iluminada como si tuviera luces en su interior.

"¡Mirá, Tomi! ¡La calabaza mágica!" exclamó Lila,

Al acercarse, notaron que tenía un rostro amigable tallado en su piel. "¡Hola, pequeños aventureros!", resonó una voz suave y amistosa que parecía emanar de la calabaza.

"¿Podemos hacer un deseo?" preguntó Tomi, asombrado.

"Pueden, pero solo si demuestran su valentía y bondad. Cuéntame, ¿qué desean?" dijo la calabaza.

Lila miró a Tomi y juntos decidieron hacer un deseo especial:

"Deseamos que todos los niños del pueblo tengan dulces para Halloween y que siempre haya amistad entre todos."

La calabaza brilló intensamente y, en un instante, comenzaron a caer dulces del cielo. Los niños del pueblo se unieron en el claro, emocionados y riendo, al ver cómo caían los caramelos y galletas.

La calabaza sonrió ampliamente y dijo:

"Hicieron el deseo más noble de todos. La verdadera magia se encuentra en el corazón y en compartir con los demás."

Después de una mágica noche, Tomi y Lila regresaron a casa, llevando consigo no solo un montón de dulces, sino también el valioso aprendizaje de que la valentía y la bondad pueden crear momentos mágicos en la vida.

De regreso en el pueblo, Doña Clara los recibió con una gran sonrisa:

"¿Encontraron la calabaza mágica?" preguntó con curiosidad.

"¡Sí! Y nos enseñó que los mejores tesoros son la amistad y la generosidad!" respondieron ambos al unísono.

Así, la noche de Halloween se convirtió en una celebración inolvidable, donde todos compartieron dulces y risas, recordando siempre el valor de ayudar a los demás y la importancia de la amistad.

FIN.

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