La noche de las estrellas fugaces



Sol era una niña curiosa de seis años a la que le encantaba observar el cielo. Una noche, un fenómeno inusual ocurrió: estrellas fugaces de colores empezaron a caer del cielo. Sol asombrada, las recogió en su cesto y las llevó a su habitación. De repente, las estrellas se transformaron en animales: un gato amarillo, otro verde, celeste, rojo y uno morado. Estos gatos eran especiales, cada uno representaba una emoción: amarillo era la alegría, verde la calma, celeste la esperanza, rojo la pasión y morado la creatividad.

Sol, sorprendida, decidió llamar a los gatos Emoti-gatos, y juntos emprendieron un viaje mágico. Cada gato compartía con Sol su don especial, enseñándole a manejar sus emociones y a comprender las de los demás. Amarillo le enseñó a reír sin miedo, verde a respirar profundo cuando estaba nerviosa, celeste a mantener la fe incluso en los momentos difíciles, rojo a perseguir sus sueños con determinación, y morado a expresar su creatividad en todo lo que hacía.

A medida que pasaban los días, Sol experimentó un cambio maravilloso en su forma de ver el mundo. Se volvió más comprensiva, alegre, valiente y creativa. Los Emoti-gatos le enseñaron a encontrar el equilibrio entre todas sus emociones, permitiéndole crecer de una manera sana y feliz.

Finalmente, una noche, las estrellas fugaces volvieron a iluminar el cielo y los Emoti-gatos desaparecieron. Sol se sintió triste por su partida, pero sabía que siempre llevaría consigo las lecciones que le habían enseñado. Decidió compartir su experiencia con los demás, escribiendo un cuento para enseñar a otros niños cómo manejar sus emociones de manera sana y positiva.

Ahora, Sol entendía que las emociones podían ser como estrellas fugaces: mágicas, intensas y fugaces, pero siempre presentes en el hermoso cielo de su corazón.

FIN.

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