La Noche de las Lecciones
En una pequeña ciudad llamada Luminaria, había un boliche conocido por ser el lugar donde todos los jóvenes se reunían a divertirse y a compartir historias. Sin embargo, había una regla que todos debían respetar: el bolichero, don Gastón, solo despachaba a aquellos que trataban bien a los demás y se cuidaban mutuamente.
Una noche, un joven llamado Lucas decidió salir con sus amigos. El grupo se divertía y reía, pero Lucas, sin querer, comenzó a tomar más de la cuenta. Cuando llegaron al boliche, Lucas se sentía eufórico y listo para bailar. Al acercarse al mostrador, el bolichero lo miró con preocupación.
- “Hola, Lucas. Hoy no puedo despacharte.”
- “¿Por qué no? Soy un cliente habitual aquí.”
Don Gastón, con voz serena pero firme, le respondió:
- “Lo sé, pero he notado que hoy no estás en tus cabales. Es importante que cuidemos de nosotros mismos y de los demás.”
Lucas se sintió confundido y un poco herido. Sin embargo, no se detuvo, y en vez de reflexionar, insistió:
- “Pero tengo derecho a divertirme, ¿no? ”
Don Gastón, en vez de enojarse, le contestó con voz amable:
- “Claro que sí, pero la verdadera diversión no necesita de excesos. La amistad y los buenos momentos son los que importan.”
Frustrado, Lucas decidió irse con sus amigos que estaban en la pista de baile. Sin embargo, mientras intentaba disfrutar de la música, algo comenzó a cambiar en él. Observó a sus amigos riendo, pero también vio que algunos se estaban preocupando por él. Se dio cuenta de que no estaba haciendo lo correcto.
- “Chicos, ¿ustedes también creen que estoy mal? ”
Uno de sus amigos, Ana, se acercó y le dijo:
-
FIN.