La Noche de las Letras
Era un día normal en la Universidad de San Martín, donde todos los estudiantes se preparaban para el examen de literatura de la semana siguiente. Entre ellos se encontraba Lucas, un chico curioso y un poco tímido, que soñaba con ser escritor. Había escuchado historias sobre la biblioteca antigua, ese lugar lleno de libros que parecían contar secretos de otros tiempos. Sin embargo, había algo más, una leyenda que decía que los libros de la biblioteca cobraban vida por la noche.
Una noche, mientras todos dormían, Lucas decidió investigar. Al llegar a la biblioteca, sintió un escalofrío recorrerle la espalda, pero su curiosidad era más fuerte.
"¿Quién está ahí?" - preguntó con voz temblorosa, pero solo escuchó el susurro del viento.
Mientras recorría los pasillos de libros polvorientos, se topó con un viejo libro que parecía brillar débilmente. Sus páginas estaban amarillentas y, al abrirlo, un vapor de colores salió de su interior. Lucas se sorprendió cuando las letras empezaron a flotar y a reordenarse formando palabras.
"Hola, Lucas. Soy el Guardián de las Palabras" - dijo una voz suave que provenía del libro.
"¿Es real?" - preguntó Lucas, incrédulo.
"Sí, pero necesito tu ayuda. Cada noche, las palabras de los libros se escapan y se pierden en la oscuridad. Solo un verdadero amante de la literatura puede devolverlas a casa." - explicó el Guardián.
Movido por la aventura, Lucas aceptó el desafío. Juntos, comenzaron a atrapar palabras que danzaban en el aire. Pero había un problema: una sombra oscura, formada por palabras olvidadas que no querían volver, intentaba atraparlos.
"No tengan miedo, estas palabras solo quieren ser leídas" - dijo Lucas, recordando un consejo de su profesora de literatura.
Con la valentía que lo caracterizaba, comenzó a leer en voz alta los versos que encontraba. Las palabras en la sombra se detuvieron, y poco a poco empezaron a acercarse, curiosas por la música de su voz.
"¡Si tan solo nos recordaran!" - murmullaron las sombras.
Lucas, emocionado, continuó leyendo, y las palabras olvidadas comenzaron a iluminarse. Con cada frase, la noche se tornaba más brillante, y las sombras dentro de ellas comenzaban a perder su forma oscura, convirtiéndose en palabras llenas de vida.
Finalmente, Lucas logró reunir todas las palabras y devolverlas a sus libros. El Guardián, agradecido, le dijo:
"Gracias, Lucas. Has hecho algo increíble. A partir de ahora, cada vez que vuelvas a la biblioteca, recuerda que las palabras tienen poder, solo necesitan un corazón valiente como el tuyo para ser escuchadas."
Con el amanecer, Lucas se despide del Guardián y regresa a casa sintiéndose una persona diferente. Aprendió que las palabras no son solo letras, son historias esperando ser contadas. Al día siguiente, le contó a sus amigos lo que había vivido.
"¡No lo puedo creer! ¡Debemos contarle a los demás!" - exclamó su amiga Sofía.
"Sí, haremos que todos aprecien la magia de la lectura" - dijo Lucas decidido.
Desde ese día, la Universidad de San Martín se transformó. Los estudiantes aprendieron a querer los libros aún más, y cada noche, en la biblioteca, siempre había alguien leyendo, llenando el lugar de risas, historias y magia.
Y así, Lucas se convirtió en un gran escritor, siempre recordando que las palabras, cuando se cuentan con amor, pueden iluminar incluso la noche más oscura.
FIN.