La Noche de las Sombras Brillantes



Era una noche oscura y nebulosa en el pequeño pueblo de Alondras. Los niños estaban en casa, acurrucados en sus camas, mientras la niebla se deslizaba por las calles, cubriendo todo a su paso. Todo parecía tranquilo, pero a las afueras del pueblo, un grupo de amigos, Sofía, Tomás y Milo, se aventuraban a explorar el bosque encantado.

"- ¿Estás seguro de que es una buena idea, Milo?" preguntó Sofía, con una linterna temblando en sus manos.

"- Vamos, Sofía. ¡Solo será una rápida exploración!" respondió Milo, emocionado.

"- Sí, y ¿qué tan rápido puede ser? ¡Después de todo, nadie quiere quedarse atrapado en la niebla!" añadió Tomás, aunque sentía un escalofrío recorriendo su espalda.

Pero la curiosidad pudo más que el miedo, y los tres amigos se adentraron en el bosque, riendo y contando historias. Sin embargo, cada paso que daban parecía llevarlos más y más profundo en la oscuridad.

De repente, algo se movió entre los árboles. La niebla espesó y las sombras comenzaron a danzar a su alrededor.

"- ¿Vieron eso?" susurró Sofía, parpadeando contra la luz de la linterna.

"- ¡Fue solo un pájaro! No hay nada de qué asustarse. ¡Sigamos!" dijo Milo, tratando de ocultar su propio miedo. Pero cuando intentaron salir, se dieron cuenta de que estaban perdidos.

"- Estoy empezando a tener miedo, chicos. ¿Qué vamos a hacer?" dijo Tomás, nervioso.

"- No te preocupes, Tomás. Solo tenemos que buscar el camino de vuelta, todo estará bien", intentó tranquilizarlos Sofía, pero su voz temblaba.

Mientras se movían, las sombras parecían acercarse. Justo cuando se sintieron completamente atrapados, un misterioso brillo iluminó el camino. Era una luz brillante que parecía llamarlos.

"- ¡Miren eso!" gritó Milo, señalando la luz.

Los tres amigos se acercaron cautelosamente. A medida que se acercaban, la luz tomó forma de una mariposa gigante.

"- Hola, pequeños aventureros. No temáis, soy Lúmina, la mariposa de la sabiduría. He venido a ayudarlos a salir del bosque", dijo la mariposa con una voz suave y melodiosa.

"- ¿Sabiduría? ¿Cómo nos vas a ayudar?" preguntó Sofía, intrigada.

"- Este bosque tiene muchas sombras, pero no todas son malas. Algunas solo quieren enseñarte. Si me siguen, les mostraré un camino", dijo Lúmina, extendiendo sus brillantes alas.

"- ¿Y si nos perdemos de nuevo?" dudó Tomás.

"- A veces hay que arriesgarse y aprender a enfrentar los miedos. Si permanecen en la niebla, nunca aprenderán a navegarla", respondió Lúmina, sonrisa incluida.

Los tres amigos decidieron seguir a Lúmina, que los guiaba con su suave luz. Cada paso que daban se sentía más seguro, y pronto se dieron cuenta de que las sombras no solo eran oscuridad, sino que también podían ser parte de algo extraordinario.

Finalmente, llegaron a la salida del bosque. La luna brillaba y la niebla parecía menos aterradora ahora.

"- ¡Lo logramos!" exclamó Milo, aliviado.

"- Gracias, Lúmina. Nos enseñaste a no tenerle miedo a la oscuridad y a buscar siempre la luz", dijo Sofía, sonriendo.

"- Recuerden, cada vez que enfrenten la oscuridad, piensen en mí. Siempre hay una luz que los guiará si tienen el valor de buscarla", dijo la mariposa, antes de desaparecer en un destello de luz.

Los amigos regresaron a casa, sus corazones llenos de nuevas experiencias y aprendizajes. Desde esa noche, supieron que, aunque la niebla y las sombras pudieran asustar, siempre encontrarían una forma de brillar y guiarse unos a otros en cualquier senda oscura que se les presentara.

FIN.

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