La Noche de los Animales Valientes



Había una vez, en un hermoso bosque de Argentina, un pajarito llamado Sebastián. Sebastián era muy valiente y siempre estaba dispuesto a ayudar a sus amigos animales.

Pero había algo que le preocupaba mucho: la llegada del año nuevo. Cada vez que se acercaba el último día del año, los humanos lanzaban fuegos artificiales para celebrar. Aunque para ellos era divertido y emocionante, para los animales del bosque era una auténtica pesadilla.

Los ruidosos estallidos asustaban a todos los habitantes del lugar, y muchos resultaban heridos o incluso morían por el humo tóxico que desprendían esos coloridos explosivos. Sebastián no podía soportar ver sufrir a sus amigos de esta manera.

Decidió que debía hacer algo para cambiar esa situación y protegerlos. Así que reunió a todos los animales en una gran asamblea. -¡Amigos! -exclamó Sebastián desde el tronco de un viejo árbol-.

Debemos encontrar una solución para evitar que nuestros hogares sean dañados por esos terribles fuegos artificiales. Los animales escucharon atentamente las palabras de Sebastián y comenzaron a discutir entre sí sobre posibles ideas. -¡Podríamos escondernos bajo tierra! -sugirió Timoteo, el topo más sabio del bosque.

-Pero eso no nos protegerá completamente -dijo Gabriela, la ardilla más veloz-. Necesitamos algo más efectivo. Fue entonces cuando Tomás, el búho sabio y reflexivo, alzó su voz.

-¡Tengo una idea! ¿Qué tal si construimos refugios seguros para todos nosotros? Los animales se miraron unos a otros y asintieron emocionados. Juntos, comenzaron a trabajar arduamente para crear los refugios más seguros que el bosque haya visto jamás.

Cada animal contribuyó con sus habilidades únicas: los castores construyeron estructuras de madera, las ardillas recolectaron hojas y ramas para hacer camas acolchadas, y los pájaros tejieron telas de araña fuertes y resistentes. Finalmente, llegó el último día del año.

Los animales se refugiaron en sus hogares protegidos, ansiosos por enfrentar la noche tempestuosa que les esperaba. Sebastián voló de un lugar a otro asegurándose de que todos estuvieran a salvo. Cuando empezaron los fuegos artificiales, el ruido retumbante llenó el aire.

Pero esta vez, en lugar de sentir miedo y angustia, los animales se sentían seguros dentro de sus refugios. El humo tóxico no podía alcanzarlos ni dañarlos allí adentro. Poco a poco, la celebración fue disminuyendo hasta llegar al amanecer del nuevo año.

Los animales salieron de sus escondites y se encontraron con Sebastián en medio del bosque. -¡Lo logramos! -exclamó Sebastián-. Hemos encontrado la manera de protegernos y disfrutar juntos del año nuevo sin sufrir ningún daño.

Los animales aplaudieron emocionados mientras Sebastián volaba en círculos sobre ellos, feliz de haber ayudado a sus amigos. Desde aquel día, todos los años, los animales del bosque construyeron sus refugios para protegerse de los fuegos artificiales.

Y así, Sebastián se convirtió en el héroe de la noche de año nuevo, enseñándole a todos que juntos podemos superar cualquier obstáculo y cuidar de aquellos que amamos. Y colorín colorado, esta historia ha terminado.

FIN.

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