La Noche de los Certificados



Era una noche oscura y tranquila, la noche de Halloween,

Era un barrio encantado, lleno de risas y maullidos de gatos.

Los niños por las calles de sus casas iban,

Con disfraces de brujas, fantasmas y hasta calabazas.

En esa noche mágica, en la casa de al lado,

Vivía un niño llamado Juanito, muy entusiasmado.

-Llenaré mi bolsa con dulces ricos,

-Hoy es Halloween, no habrá un momento sin trucos.

El perro Floro, su fiel amigo,

Le dijo a Juanito:

-¿Y si en vez de tratar de asustar,

Hoy buscamos algo nuevo para celebrar?

-¡Eso suena divertido! –exclamó Juanito,

-¿Qué tal si hacemos una fiesta con nuestros amigos?

Con faroles, canciones y bailes,

Extrañaremos los sustos, ¡será una noche de ideales!

Así que Juanito pensó y decidió,

Invitar a sus amigos y ¡el plan organizó!

-¡Haremos un gran banquete! –gritó emocionado,

-Ven, Floro, esta noche será un gran legado.

Prepararon sandwiches de manzana y miel,

Una torta de calabaza, ¡quedó muy bien!

Los amigos llegaron con máscaras y sonrisas,

Mientras el aire se llenaba con risas y brisas.

-¿Qué está pasando? –preguntó Lila, la brujita,

-¡No hay sustos ni gritos, solo pastel y galletitas!

-Los dulces nos alcanzarán, no los debemos robar,

La noche de Halloween también es para compartir y amar.

-¡Exacto! –dijo Juanito, entusiasmado y risueño,

-Haremos una ronda contando cuentos de sueños.

Y así, en la noche oscura y espesa,

Los niños se sentaron, creando una mesa.

Contaron historias de vampiros y cuentos de miedo,

Rieron y comieron, ¡no hubo lugar para el enredo!

Pero al mirar la hora, comenzaba a oscurecer,

Juanito sugirió:

-¡Vamos a la calle! ¡Todo el mundo a correr!

-Hagamos una búsqueda de tesoros escondidos,

-¡El primer equipo que halle los dulces más queridos!

Los grupos se formaron, corrieron por doquier,

Siguiendo pistas en cada rincón del alfeñique.

Pero algo pasó, las linternas comenzaron a titilar,

-Cuidado –dijo Floro– no hay que dejar de brillar.

Una sombra asomó entre las hojas del suelo,

Era la vieja señora, la bruja de los caramelo,

-Me alegra ver tanta risa y ternura,

-Vengo a ofrecer una dulce locura.

Los niños, asustados, pero llenos de cariño,

Respondieron valientes, sin ningún rasguño:

-¿Qué quieres, bruja? –preguntó Juanito con fe,

-Queremos dulces y paz, ¡no más miedos, por favor, ¡oh, sí!

-¡Les tengo una sorpresa! –dijo la bruja risueña,

-Si me ayudan a recoger dulces por la pequeña enseña.

-Por cada dulce hallado, un deseo se despegará,

-Y así esta noche, en relevo, la amistad florecerá.

Los pequeños y la bruja, juntos en un juego,

Buscaron dulces, uno y otro que en bello vaivén.

Al caer la noche, lograron su misión,

Recogieron dulces, risas y un gran corazón.

-Gracias, queriditos, por su gran colaboración,

-Recuerden que Halloween, también es celebración.

Dijo la bruja, ya no más teme,

En el fondo su alma brilla como un gran meme.

-¡Feliz Halloween! –gritaron todos alrededor,

Mientras la bruja se iba, dejando buen olor.

Y así, esa noche sin miedo, y llena de luz,

Juanito y sus amigos aprendieron de la virtud.

Que compartir, reír y jugar es lo mejor,

Y que no hay que tenerle miedo al amor.

Porque en esta noche de brujas y dulces,

Se puede encontrar más magia que en mil raudales.

Al final de esta historia, qué bueno es saber,

Que en el fondo del miedo, siempre hay un gran querer.

FIN.

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