La Noche de los Dulces Mágicos



En un pequeño pueblo, cada año se celebraba una gran fiesta de Halloween. Este año, la ciudad estaba más emocionada que nunca, porque ya se había anunciado un concurso de disfraces. Todos los niños estaban preparándose para la noche de sorpresas y diversión.

Lucas, un joven del pueblo, estaba ansioso por pasarla bien. Había planeado un disfraz increíble de vampiro y había estado pensando en la forma de hacer que su pila de dulces fuera la más grande de la fiesta. Pero mientras se preparaba, escuchó algo extraño. Un grupo de chicos mayores hablando de una manera poco amistosa.

"Si les ponemos un poco de 'magia' a los dulces, todos nos recordarán", decía uno de ellos.

Lucas se sintió inquieto. Sabía que todo se trataba de bromas, pero no era el tipo de bromas que agradan a todos. En ese momento, decidió que tenía que actuar.

La noche de Halloween llegó y la plaza del pueblo se llenó de luces y risas. Todos llevaban disfraces espectaculares. Lucas, como era de esperar, ganó muchos elogios con su disfraz. Mientras los niños intercambiaban dulces, notó a esos chicos mayores tratando de acercarse a la mesa de golosinas.

- “¡Es hora de comenzar la diversión! ”, dijo uno de ellos mientras metía un par de dulces en un frasco. Lucas vio que estaban llenando los dulces con un polvo raro.

- “¡Espera! ¿Qué están haciendo? ” preguntó, acercándose rápidamente.

Los chicos se rieron con desprecio.

- “No te preocupes, es solo un poco de diversión. Todo el mundo estará hablando de nosotros”.

Lucas sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Sin embargo, en vez de asustarse, decidió ser valiente.

- “Eso no es diversión. Eso no está bien. Lo que están haciendo es peligroso y podría arruinar la fiesta para todos”, dijo.

Los chicos lo miraron con desdén, pero Lucas no se detuvo.

- “Si realmente quieren impresionar a alguien, ¿no sería mejor hacerlo de una manera positiva? Tal vez podríamos hacer un truco de magia real. Un espectáculo en el escenario, por ejemplo.”

Los chicos, sorprendidos por la propuesta, comenzaron a murmurar entre ellos.

- “¿Un show de magia? Pero… nunca lo había pensado”.

- “Sí, podría ser mucho mejor que esto”, agregó otro, visiblemente intrigado.

Lucas vio una oportunidad y siguió hablando.

- “Podemos hacer trucos sorprendentes para hacer reír a todos. ¡Como el fabricante de dulces perdidos! ”

Cuando los chicos mayores comenzaron a charlar entre ellos sobre la idea, Lucas aprovechó para apropiarse del frasco y esconderlo antes de que dejaran escapar el veneno.

Los jóvenes celebraron su decisión y comenzaron a pensar en un gran truco para la fiesta. En cuestión de minutos, el ambiente cambió. Los chicos decidieron hacer un espectáculo de magia en el que todos podrían participar.

Y así fue como, en la plaza, objetos voladores y trucos mágicos llenaron la noche con risas. Los padres miraban con orgullo mientras sus hijos se divertían. Lucas se sintió contento al ver que no solo había salvado la fiesta, sino que también había cambiado la actitud de aquellos chicos.

Al finalizar el show, los niños y los jóvenes se unieron, celebrando juntos y compartiendo dulces auténticos.

Lucas, desde entonces, se convirtió en un verdadero héroe de Halloween, promoviendo un mensaje positivo.

- “Recuerden, chicos, la magia verdadera está en hacer el bien y hacer reír a los demás”, decía Lucas, mientras todos aplaudían.

Y así, en cada Halloween que pasó, la fiesta no solamente se llenó de dulces, sino también de risas y bondad. Todos aprendieron que, a veces, lo que parece una broma puede convertirse en algo mucho mejor: la amistad y la alegría compartida.

Fin.

FIN.

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