La Noche de los Sueños Espeluznantes
Era una noche tranquila en la casa de Sofía. Después de un largo día de juegos y risas, la pequeña se metió en su cama, arropándose con su manta de estrellas. "¡Qué día tan divertido!" - pensó mientras cerraba los ojos, sin saber que estaba a punto de embarcarse en una aventura aterradora pero mágica.
En el mundo de los sueños, Sofía se encontró en un oscuro bosque. Las sombras danzaban por los árboles y una sensación de frío la envolvió. "¿Dónde estoy?" - murmuró, temblando un poco. Entonces, de entre las sombras apareció una bruja con un gato negro en sus brazos.
"Hola, pequeña. Soy la Bruja Midia. No temas, estoy aquí para ayudarte," - dijo la bruja, sonriendo.
Sofía, aliviada, respondió: "¿Ayudarme? ¿De qué?"
"Hay un vampiro que ha robado mi varita mágica y ahora las criaturas del bosque están asustadas. Necesitamos recuperarla antes de que el amanecer llegue," - explicó Midia.
Decidida a ser valiente, Sofía aceptó ayudar a la bruja. Juntas atravesaron el bosque y, al llegar a una cueva oscura, escucharon un extraño susurro. Era el vampiro, que tenía la varita en sus garras. "¿Quién se atreve a interrumpir mi descanso?" - bramó el vampiro, con colmillos afilados que brillaban en la luz tenue.
Sofía, aunque asustada, se mantuvo firme. "No vinimos a pelear. Solo queremos la varita de la Bruja Midia," - dijo, tratando de sonar mayor de lo que era.
El vampiro, sorprendido por su valor, comenzó a reírse. "¡Una niña tan pequeña hablando de recuperar una varita! ¿Por qué debería entregarla?" - preguntó.
Sofía pensó rápidamente. "Porque con ella podrías hacer cosas maravillosas. Podrías ayudar a aquellos que te temen en lugar de asustarlos" - propuso.
El vampiro se detuvo a pensar. "No sé... Siempre he sido el malo de la historia," - admitió. "¿Y si no quiero ser bueno?"
La bruja intervenía: "Ser una buena criatura no significa que dejes de ser quien eres. ¡Significa que eliges usar tus poderes para ayudar y no para hacer daño!"
El vampiro quedó en silencio, reflexionando sobre sus acciones.
"Quizás... quiero cambiar. Quizás quiero ser querido como tú a la gente, Sofía," - confesó, con un brillo de arrepentimiento en sus ojos.
Sofía sonrió, sintiendo que sus palabras habían llegado al corazón del vampiro. "¡Podés hacerlo! Juntos podemos asustar a los miedos, no a la gente. Pero primero, devolve la varita a la Bruja Midia."
"Está bien. Toma. Te devuelvo la varita," - dijo el vampiro, entregándosela a la bruja.
Midia, emocionada, utilizó un hechizo y rodeó al vampiro con un destello de luz que lo envolvió cariñosamente. El vampiro se sintió liviano, como si una carga pesada se hubiera levantado de sus hombros. "Me siento… diferente," - murmuró.
"¡Eso es porque has hecho algo valiente!" - celebró Sofía, sin poder contener su alegría.
De repente, la cueva se iluminó con un brillo nuevo y colorido. Fantasmas que antes eran temerosos comenzaron a danzar alrededor, y los zombis se unieron a ellos con traviesos movimientos. "¡Fiesta! ¡Fiesta!" - gritaron todos.
Sofía se sintió llena de felicidad. "¡Venganza! ¡Ya no somos malos!" - dijo el vampiro mientras se unía a los fantasmas en una danza alegre.
Al final de la noche, todos festejaron juntos. Sofía, la bruja, el vampiro, los fantasmas y los zombis crearon un lazo que duraría para siempre.
"¡Nunca hubiera imaginado que esta noche podría ser tan divertida!" - exclamó Sofía, con una sonrisa radiante.
Antes de que el sol saliera, Sofía se despidió de sus nuevos amigos, prometiendo volver a visitarlos. Al abrir los ojos, se estiró en la cama, sintiéndose emocionalmente llena de amor y valentía. Sabía que cada criatura, incluso las más temidas, tenía una historia que contar y un corazón capaz de cambiar.
"Voy a contarle a todos mis amigos que los vampiros y las brujas también pueden ser buenos," - pensó.
Y así, con una sonrisa iluminando su rostro, Sofía comenzó un nuevo día, lista para asumir cualquier desafío que la vida le trajera.
FIN.