La Noche de los Susurros



Era una noche de verano, y un grupo de amigos decidió hacer una pijamada en la casa de Tomi. La habitación estaba decorada con luces de colores y había alfombras suaves donde todos se sentaban. Los chicos se acurrucaron con sus almohadas, listos para contar historias de miedo.

"¿Escucharon sobre la leyenda del susurro?" - preguntó Sofi, con su voz temblorosa y una mirada desafiando a los demás.

"No, contá!" - dijo Lucas, emocionado.

Sofi comenzó a contar la historia de un espíritu que habitaba en el bosque cercano. Se decía que este espíritu susurraba nombres de quienes se atrevían a entrar en su territorio. Los chicos se estremecieron al escucharla, pero se rieron para demostrar que no les daba miedo.

"Es solo una historia, no hay nada que temer" - dijo Tomi, intentando mostrarse valiente.

De repente, un ruido fuerte resonó desde el jardín. Era un crujido extraño, como si algo estuviera moviéndose entre los árboles.

"¿Qué fue eso?" - preguntó Clara, escondiéndose detrás de Sofi.

"Probablemente fueron las ramas, no es nada" - intentó tranquilizarlos Lucas, aunque su voz sonaba más nerviosa.

Sin embargo, la curiosidad pudo más que el miedo. Juntos decidieron asomarse por la ventana. Allí, entre las sombras, un árbol se mecían de manera extraña y entonces escucharon un susurro.

"¡Ay no! ¡Es el susurro!" - gritó Tomi, asustado.

Los niños se miraron aterrorizados, pero también emocionados por la aventura. Sin pensarlo, decidieron salir al jardín y ver qué estaba pasando. Se equiparon con linternas y, con el corazón latiendo rápido, salieron ni bien la luna iluminó el patio.

Mientras caminaban, el susurro se hacía más fuerte.

"Lucas, ¿estás escuchando?" - murmuró Sofi, casi sin aliento.

"Sí... está diciendo algo" - dijo Lucas, sorprendido.

Los amigos se acercaron y comenzaron a formar un círculo en el centro del jardín. Por un momento, el miedo se convirtió en intriga. El susurro parecía ser una melodía, y en lugar de sentirse aterrorizados, empezaron a moverse al ritmo de la música que resonaba.

"¿Qué tal si es un juego?" - sugirió Clara, dejando de lado su miedo.

"Tal vez el espíritu solo quiera que juguemos" - comentó Sofi, con una sonrisa.

Y así, entre risas y pasos de baile, el grupo de amigos se unieron para disfrutar de una noche mágica bajo las estrellas. Se olvidaron del miedo, del susurro y se dedicaron a jugar y a compartir historias divertidas.

Cuando el susurro finalmente se desvaneció, los chicos se miraron sorprendidos. Lo que había comenzado como un juego aterrador, se había transformado en una velada inolvidable.

"¿Vieron? No hay que tenerle miedo a las historias, a veces solo son formas de unirnos y vivir algo especial" - dijo Tomi, mientras se acomodaban de nuevo en la habitación.

Desde esa noche, la leyenda del susurro dejó de ser solo una historia de terror y se convirtió en un símbolo de amistad y valentía. Los niños aprenderían que a veces lo desconocido puede ser más emocionante que aterrador, y lo más importante, que juntos podían superar incluso el miedo más grande.

FIN.

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