La Noche de los Susurros



En un pequeño pueblo situado al borde de un vasto campo, existía una leyenda que decía que cada luna nueva, los arboles susurraban secretos del pasado. Los niños del pueblo escuchaban historias sobre sombras que se movían, pero en el fondo sabían que era solo parte de la imaginación. Sin embargo, un grupo de amigos decidió que era hora de investigar.

Un sábado por la tarde, Lucas, Sofía, Mateo y Valentina se reunieron en la casa de Mateo.

"¿Escucharon lo que dicen de la noche de luna nueva?" -preguntó Lucas, mirando a sus amigos con emoción.

"Sí, pero son solo cuentos, Lucas" -contestó Sofía, tratando de ser la voz de la razón.

"Vamos a comprobarlo nosotros mismos. ¿A quién le tiene miedo a unos simples susurros?" -dijo Mateo, siempre valiente.

"Yo no tengo miedo, ¡quiero saber la verdad!" -afirmó Valentina, con una sonrisa desafiante.

Los cuatro amigos decidieron que esa misma noche, se irían al campo en busca de estos susurros. Una vez caída la noche y con la luna nueva, se armaron con linternas y bocadillos, y se dirigieron al campo.

Al llegar, el viento soplaba con fuerza y los árboles parecían moverse al compás de una melodía siniestra.

"¿Escuchan eso?" -dijo Sofía, con un hilo de voz.

"Es solo el viento" -aseguró Lucas, tratando de convencer a sus amigos.

"No estoy tan segura..." -replicó Valentina, mirando nerviosa a su alrededor.

De repente, un crujido resonó entre los árboles.

"¡Ay, no! ¿Qué fue eso?" -exclamó Valentina, abrazándose a Lucas.

"Solo un conejo o algo así" -intentó tranquilizarlos Mateo, aunque él mismo comenzó a sentir un ligero escalofrío.

Mientras caminaban, los amigos escucharon un susurro bajo que parecía llamarlos.

"¿Qué están diciendo?" -preguntó Sofía, acercándose con cautela.

"No lo sé, pero suena... familiar" -contestó Lucas, intrigado.

Los amigos decidieron seguir el sonido, más que por miedo, por curiosidad. Cada paso que daban era un desafío a su valentía. El susurro se volvió más fuerte, y comenzaron a distinguir palabras.

"Ayuda... cuid... nuestros sueños..." -murmullos que parecían mezclarse con el viento.

"Es como si... los árboles estuvieran hablando" -dijo Mateo sorprendido.

"¿A qué se refieren?" -preguntó Valentina, con un brillo de curiosidad en sus ojos.

"Quizás los árboles tienen historias que contar, pero necesitan nuestra ayuda" -sugirió Lucas, emocionado.

Los amigos decidieron pasar la noche allí, escuchando los susurros y tratando de comprender el mensaje. Con el tiempo, se dieron cuenta de que los susurros provenían de árboles que habían sido maltratados y olvidados por el hombre.

"Los árboles quieren que cuidemos del campo" -dijo Sofía, reflexionando sobre lo que habían escuchado.

"Quizás podamos hacer algo para ayudarlos" -propuestó Mateo.

"Sí, ¡podríamos recolectar basura y plantar más árboles!" -exclamó Valentina, con entusiasmo.

Al amanecer, los cuatro decidieron que regresarían al pueblo, no solo con la historia de la noche, sino también con un compromiso: cuidar de la naturaleza.

Volvieron al campo cada semana, recolectando basura, plantando nuevas semillas y cuidando de los árboles que habían encontrado.

Con el tiempo, el campo volvió a florecer y los susurros de los árboles se convirtieron en cantos de alegría.

Finalmente, los amigos entendieron que la verdadera magia de la noche en el campo no eran los sustos, sino el poder de escuchar y responder a la naturaleza. Y aunque jamás olvidaron esa misteriosa noche, sus corazones estaban llenos de amor por su hogar. Y así, los árboles, en lugar de susurrar miedo, comenzaron a contar historias de esperanza y amistad.

Desde ese día, cada luna nueva se convirtió en un momento para celebrar la vida en el campo y recordar a aquellos que se dedican a cuidar nuestro planeta.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!