La noche de Luis y el extraño del abrigo negro



Era una noche tranquila en el barrio. Luis Jiménez, un joven alto y de pelo largo, decidió salir a caminar. Las estrellas brillaban en el cielo y la luna iluminaba las calles desiertas. Luis adoraba esas caminatas nocturnas, le permitían pensar y relajarse. Sin embargo, en esta noche especial, algo inusual se avecinaba.

Mientras caminaba por la vereda, notó a un hombre muy alto vestido completamente de negro. Era extraño, pero Luis no le dio mayor importancia.

Luis continuó caminando, disfrutando del viento fresco en su rostro y del crujir de las hojas secas bajo sus pies. Sin embargo, al mirar por el rabillo del ojo, advirtió que el hombre lo había comenzado a seguir.

"No te preocupes, solo es un juego de sombras", se dijo a sí mismo tratando de calmarse. Pero el hombre con ropa negra se acercaba cada vez más.

"Hola, amigo, no me asustes, no quiero problemas" - dijo Luis, deteniéndose en seco y girándose hacia el extraño.

"No estoy aquí para asustarte, sólo quería hablar" - respondió el hombre, su voz era profunda pero amigable.

Luis frunció el ceño, confundido. "¿Hablar sobre qué? No te conozco"

"Tienes razón, pero vi que caminabas solo y me pareció que podríamos tener una buena conversación. A veces, la soledad no es buena compañía" - dijo el extraño.

Luis, intrigado, decidió seguir la conversación. "No sé... es un poco raro hablar con un tipo que me sigue en la noche" - agregó con una sonrisa nerviosa.

"Entiendo tu desconfianza, pero prometo que mis intenciones son buenas. Mi nombre es Martín y me encanta escuchar historias. ¿Te gustaría contarme la tuya?"

Luis, a pesar de sus dudas, sintió que había algo distinto en Martín. Quizás era su altura o la forma en que hablaba. Así que se dejó llevar.

"Bueno, mi vida no es muy interesante... soy asistente en una biblioteca y me gusta leer cuentos. Cada día intento encontrar el significado tras cada historia" - empezó Luis.

"Pero eso suena fascinante. Cada historia tiene el poder de enseñarnos algo, ¿no crees?"

Conforme la conversación avanzaba, Luis comenzó a soltarse y a contar más sobre sí mismo. ¿Qué le gustaba leer? ¿Cuáles eran sus sueños? Así, poco a poco, lo que había comenzado como un encuentro raro se transformó en una plática enriquecedora.

"¿Sabés? Siempre he querido escribir un libro, pero tengo miedo de que nadie lo quiera leer" - confesó Luis.

"Todos sentimos miedo, pero si no intentamos, nunca sabremos lo que podemos lograr. ¿Qué tal si te anotas en un taller de escritura?" - sugirió Martín.

Luis pensó en ello. "Podría ser una buena idea… Pero, ¿y si soy un desastre?"

"Todos comenzamos desde algún lugar. Lo importante es dar el primer paso. Cada palabra puede ser un nuevo comienzo" - respondió Martín con una sonrisa alentadora.

Poco a poco, Luis se dio cuenta de que había aprendido algo valioso esa noche. No importaba cuán alto o delgado, cada persona tiene una historia que contar y un sueño por perseguir.

Cuando finalmente se despidieron, Luis se sintió diferente, más ligero.

"Gracias, Martín. Tal vez sí empiece a escribir" - dijo, con una renovada confianza.

"Y no lo olvides, cada historia que cuentes puede inspirar a otros. ¡Buena suerte!" - respondió Martín antes de desaparecer entre las sombras.

Desde aquel día, Luis comenzó a escribir sus cuentos, llenos de magia y sueños. Y en cada página, recordaba aquella noche en la que un extraño lo ayudó a encontrar su voz. Al final, nunca supo si Martín era un amigo real o solo una sombra mágica que apareció en el momento justo. ¡Pero lo cierto es que nada podía detenerlo ahora!

Y así, la vida de Luis se transformó en un hermoso cuento que inspiró a muchos. Y sobre todo, aprendió que la valentía de hablar y compartir es lo que hace que nuestras historias cobren vida.

FIN.

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